La de actor especialista es una profesión de adrenalina pura porque nunca sabes cómo va a ser esa jornada, es más, lo único que sabes seguro es que será bastante complicada y con más de un contratiempo. Estos hombres y mujeres se juegan el tipo para que las estrellas de cine brillen sin sufrir ningún rasguño. Caídas desde edificios, saltos imposibles, persecuciones. Y también trepidantes secuencias sobre ruedas. ¿Pero cómo se fabrican las escenas de acción sobre una moto? Nos lo cuenta uno de los mayores expertos en la materia de nuestro país.
Ángel Plana empezó en esto a mediados de los 80 y hace ya algunos años que impulsó su propia escuela de especialistas. Cuando era joven le encantaba el peligro y a los 20 y pocos le contrataron para hacer un anuncio en el que tenía que saltar al mar desde una altura de 33 metros. “Me pagaban por hacer lo que me gustaba, aquello era una maravilla”. La experiencia le ha enseñado que el riesgo cero no existe, pero a base de golpes, de probarse en infinidad de películas, ya puede anticiparse a casi cualquier imprevisto. Aunque siempre hay elementos que escapan a la lógica. En el caso de las escenas con motos, explica que lo más difícil es “controlar la velocidad”, pues es el elemento que condicionará todo lo que sucederá cuando se impacte con el suelo. También es importante convencer al director sobre lo que se puede y no se puede hacer. “Si nos dejan participar del guion y de la localización, podemos garantizar que la secuencia será todo lo espectacular que puede ser, porque sabemos perfectamente hasta dónde podemos llegar y cuál es la mejor manera de enfocarlo”. Porque no es lo mismo la pista de un aeropuerto que una calle estrecha llena de bordillos y farolas.
La maniobra más complicada, detalla Ángel, es la caída. Para realizarla sin peligro, la moto suele tunearse para que el piloto, al deslizarse sobre el asfalto o la tierra, no se quede atrapado debajo de ella. Por eso se colocan unos topes en los laterales, de manera que al perder el equilibrio y tumbarse, la máquina vaya por un lado y el especialista, por el otro. No solo la máquina lleva algo de ‘trampa’. También los pilotos se blindan al máximo para evitar lesiones, con todo tipo de protecciones en codos, espalda, manos, rodillas… “Menos hombreras, que se notan demasiado…”. Ángel asegura que la velocidad ideal para realizar una caída está entre los 40 y los 50 kilómetros por hora. Parecerá poco, pero la postproducción, con el juego de cámaras y los distintos planos, permite dotar al momento de mucha más emoción.
Si se quiere dar mayor sensación de velocidad, lo que se suele hacer es “tirar de la moto con un cable y jugar con los planos cortos”. Y si se trata de una escena de velocidad con tumbadas, pero sin accidente, se usa a un corredor profesional, que es el que regalará mejores planos.
Cuenta Ángel que las motos menos recomendables para las escenas de acción son las ‘custom’, ya que el volante largo dificulta el deslizamiento y se podría enganchar al especialista durante la caída. Las ‘R’ de carretera son perfectas. También las ‘scooters’, “porque es muy fácil salir de ellas”. ¿Y hace falta ser un gran piloto para doblar las secuencias de moto del cine? El experto nos explica que hay que tener ciertos conocimientos, pero casi es más importante “la forma física y saber cómo caer”. Pone un ejemplo. “En una ocasión nos pidieron un especialista que fuera capaz de chocar con un coche frontalmente y saltar por encima. Pensamos en una persona concreta, pero tenía una peculiaridad: no sabía ir en moto. Sabía que solo tenía que poner primera, segunda y tercera y circular durante 50 metros, y que lo otro lo haría a la perfección, así que el día anterior al rodaje le enseñamos a montar. Lo hizo perfecto”.
Con el paso de los años, Ángel decidió abrir su propia escuela de especialistas, que cuenta con centros en Madrid, Barcelona y Andorra. En ella forman a muchos de los anónimos valientes que sustituyen a los actores en las secuencias de acción. Aunque hay alguna estrella, como es el caso de Tom Cruise, que prefiere realizar él mismo las escenas de riesgo. “Aunque solo las que se le ve la cara”, concreta Ángel, que sabe de qué habla.
Foto cabecera: Joshua Amoroso | Flickr