Si para uno es difícil disponer de cinco semanas para viajar en moto, conseguir que tu agenda coincida con la de tu mejor compañero de rutas resulta en realidad más complicado aún. Sin embargo, viajar en moto sin compañía es en sí mismo toda una experiencia y no encontrarás un destino más evocador que Australia, con sinuosas carreteras de monte bajo a lo largo de más de 32.000 kilómetros de costa e interminables pistas de tierra en el legendario “Outback” del interior, donde debes incluso proveerte tú mismo del combustible porque una estación de servicio puede estar a varios cientos de kilómetros de la siguiente. Una vez tomada la decisión, para el viajero solitario resulta mucho más aconsejable la ruta cerca del océano. Los trámites burocráticos resultan más sencillos de lo que te imaginas y en esta primera entrega te vamos a desvelar algunos detalles que te ayudarán a ver todo mucho más claro.
Conseguir una visa de turismo en el sitio web del Gobierno australiano -subclase 651 para turistas- no tiene coste y se confirma en cuestión de días. Más que recomendable resulta una póliza de asistencia sanitaria en el extranjero. Para que nos entendamos, viajar sólo en moto por otro continente es una situación que requiere mayor precaución y sentido común para evitar contratiempos. Hacer uso de las ventajas de dicha póliza no es una opción en esta aventura pero, si esto llega a ocurrir, al menos estarás en un país con una asistencia de primera que sin seguro puede alcanzar un elevado coste.
El verano Austral es el mes de febrero y es una de las mejores épocas del año para viajar, pero la idea de transportar tu propia moto hasta Australia es algo inviable en términos prácticos, no sólo por el tiempo y costes que implica, sino por las estrictas exigencias y calendarios de cuarentena de la aduana australiana para vehículos extranjeros. Si has pensado en alquilar una moto para una aventura de este calado, ésa es una gran opción, pero también debes saber que existe otra más radical y económica, que es comprar tu propia moto en una tienda de ocasión y volver a venderla en un establecimiento similar una vez haya terminado tu viaje.
El alquiler es bastante costoso y la garantía que debes aportar lo es mucho más. “¿Comprar una moto?, ¿qué hay de la burocracia?”, debes estar pensando, pero la legislación australiana permite poner una moto a tu nombre en el acto y el impuesto de circulación incluye una póliza básica de seguro. “Asistencia en carretera” en Australia es un concepto distinto a como lo puedes entender en Europa por las interminables distancias, por lo que se trata de una cobertura que se contrata aparte. Es opcional, pero no barato.
Llegado el momento de decidirte por una moto de segunda mano en las decenas de tiendas que encontrarás en la avenida Elisabeth del centro de Melbourne, una buena opción por ejemplo es una veterana trail. Se trata de una moto que con más de 20 años su motor suele seguir siendo una roca con el debido mantenimiento y con el que a medias de 90 km/h por carreteras secundarias puedes llegar al fin del mundo. Olvídate de comprar una exótica deportiva japonesa, motos que verás en la misma tienda con precios similares que requieren un mayor mantenimiento. Las distancias largas sobre motos de gran cilindrada invitan a la velocidad, pero en Australia puede haber un policía en la salida de cualquier curva, empuñando un radar portátil sobre el techo de su potente coche patrulla V6 de tres litros e incluso un Porsche Panamera. Si te cazan en un exceso de velocidad, deberás pagar la multa en el momento.
Con nuestra moto nueva ya adquirida y con un plan de ruta más o menos previsto, estás listo para comenzar una aventura en un país que ofrece tantas posibilidades que probablemente te sentirás algo desbordado, pero todo es cuestión de comenzar. Australia te espera.
Continuará…
-Fin de la parte I-
Foto cabecera: Richard Riley | Flickr