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Piensa en un Gran Premio del Mundial de Motociclismo. Las calles de los pueblos cercanos, las carreteras, las estaciones de servicio. Los moteros se convierten en los jefes de todo durante ese fin de semana. Ahora imagínate vivir así cada día, casi a todas horas, con esa imagen de centenares de pilotos arrancando a la vez en un semáforo. Bienvenido a Saigón, la ciudad del mundo con casi tantas motos como habitantes.
Aquí en Vietnam la moto es un vehículo multiusos. En el mundo occidental lo limitamos a uno o dos pasajeros y a las cuatro cosas que nos quepan en el cofre o la maleta. En Saigón puedes encontrarte a un hombre transportando una cabra, un manojo de pollos, 15 cajas con fruta, decenas de garrafas de aguas, ladrillos. También cerdos, flores, neumáticos, perros. E incluso a toda la familia, pues no es ninguna rareza encontrarse a tres, cuatro y hasta cinco personas montadas en una pequeña ‘scooter’. La moto es en Saigón el equivalente a nuestra furgoneta de reparto. La usan para absolutamente todo y en muchas ocasiones ponen a prueba todas las leyes de la física. Todo lo que uno pueda atar a la parte trasera, e incluso delantera de la moto, tiene cabida en un viaje por Saigón. Aunque implique tener muy limitado el campo de visión de la carretera.
El libro ‘Bikes of Burden’ es seguramente el mejor testimonio del papel que tiene la moto en este país. Este excelente compendio de fotos ayuda a comprender cómo los vietnamitas han convertido la moto en uno de los principales motores económicos de la región. Todo se remonta a 1991, cuando el gobierno aprobó la Ley de Empresas Privadas. Con esa norma, la moto se convirtió en el único medio de abastecimiento de decenas de miles de pequeños negocios.
Por estas calles circulan seis millones de motos. Lo hacen de manera caótica, girando cuando les da la gana o avanzando en sentido contrario. Pero eso sí, dentro de ese aparente caos hay una cosa que tienen muy clara: los semáforos hay que respetarlos. Quizás esa sea la razón por la que son capaces de protagonizar esas imposibles escenas de puzle de motos en algunos cruces de la ciudad.
También hay una razón económica que explica por qué hay tanta moto en esta ciudad del sur asiático: los coches son carísimos. Mientras los motocicletas tienen precios económicos, los coches cuestan el doble que en Europa. Si se tiene en cuenta que un buen salario no llega a los 500 euros al mes, queda claro que convertirse en motero es más una necesidad que una vocación.
Para terminar, unos breves consejos por si visitas Vietnam y te da por alquilar una moto:
– El claxon se usa todo el día y para todo. No implica que vaya a servir de algo, pero pitar forma parte del paisaje sonoro de la ciudad.
– El ámbar se respeta. Mientras que en España es sinónimo de dar gas, aquí paran en seco.
– Los semáforos disponen de cuenta atrás para el verde. No te despistes si no quieres terminar arrollado por una marea de motos.
– Casi no hay señales verticales. Deberás moverte más por intuición que por la reglamentación. Te parecerá un chiste la salida de un Gran Premio: esto sí es tener una moto pegada a tu trasero.
– Ten cuidado con los tubos de escape de las otras motos. Hay tantas por la calle que dejan muy poco espacio entre ellas en el semáforo. Pega la pierna a tu carenado para evitar quemaduras con los motores ajenos.
– No te asustes si ves un vehículo que viene contra dirección. Está prohibido, pero socialmente aceptado. No pierdas el tiempo discutiendo. Mejor apartarse y seguir adelante.
Hechas las recomendaciones, una moto siempre será una moto; no te olvides de disfrutar de tu camino. Te sentirás camino de un Gran Premio. Todos para aquí. Todos para allá. Pero no, recuerda que estás en Saigón, la ciudad de las motos en la que también viven personas.
Foto cabecera: Jo | Flickr