Marianne Faithfull motera o la moto como símbolo de la libertad. Pero también como bandera de la masculinidad. Si en el cine el malo fumaba, el rebelde era un piloto excepcional que arqueaba sus brazos a los mandos de una máquina indomable que era una extensión de su ego. Sin casco, con el rostro duro como el acero.
Hasta que llegó Marianne Faithfull, la musa de los Rolling Stones, la mujer que le rompió el corazón a Mick Jagger y quebró los esquemas del motociclismo cinematográfico trazados por leyendas como Marlon Brando o Steve McQueen.
En 1968, esta actriz británica de rostro angelical y biografía atormentada protagonizó ‘La chica de la motocicleta’, dirigida por Jack Cardiff, maestro de la fotografía al que hay que agradecer algunas de las mejores imágenes de Ava Gardner y Audrey Hepburn (otra chica motera en «Vacaciones en Roma»). La película narra las desventuras de Rebecca, una mujer que abandona a su marido (Faithfull hizo lo propio con el suyo) e inicia desde Francia una peculiar ‘road movie’ para llegar hasta Heidelberg, donde aguarda su amante, un apuesto profesor universitario de esos que organizan debates con sus alumnos sobre el significado del amor libre. El papel masculino lo interpreta el galán de la época, el francés Alain Delon, que en su vida privada también era un apasionado motero.
Vía: Night of the trailers.
Los efectos especiales psicodélicos y los vaivenes de la cámara convierten el viaje de Rebecca en moto en una suerte de locura sobre ruedas. Enfundada en un traje de cuero, con su aparente fragilidad, logró seducir y ruborizar en una época de ‘hippies’, flores y Woodstock.
Uma Thurman asombró en ‘Kill Bill’ a lomos de una moto amarilla. Angelina Jolie enamoró pilotando por la selva de ‘Tomb Raider’. Carrie-Anne Moss escapaba en moto con un estilo inolvidable en su papel de Trinity en ‘Matrix’. Pero la moto, para ellas, era un medio para un fin. Para Rebecca, para Marianne Faithfull, era el fin en sí mismo. Aunque, cosas del cine, no llegara nunca a pilotarla de verdad.