Fabricar motos con latas de aluminio es un buen ejemplo de lo que son capaces algunas personas con materiales aparentemente inservibles. Lo normal es reciclarlas (recordad: el contenedor amarillo), pero algunos las aprovechan para dar rienda suelta a su pasión por las dos ruedas.
Lo primero que llama la atención cuando uno se documenta sobre el tema es la cantidad de personas aficionadas a esta manualidad que requiere no solo de maña, sino también de mucha paciencia. Hay auténticos maestros de la moto fabricada con latas, artistas que te obligan a mirar de cerca su obra para convencerte de que no se trata de una ‘chopper’ o una Honda que podría arrancar en cualquier momento. Muchos de ellos incluso comparten su trabajo en Youtube, con tutoriales que animan a intentarlo.
También en esta afición, como en todo, hay que distinguir entre los voluntariosos que fabrican una moto rudimentaria y los que se trabajan hasta el último detalle: el manillar, los cilindros, el escape, el asiento, la luces y hasta la marca del modelo que han reproducido. Hay quien se atreve hasta con la matrícula.
El jerezano Jesús Sollero se encuentra en esa selecta categoría de cracks y nos cuenta su experiencia. Empezó a construir motos con latas hace algo más de tres años. Es el jefe de ventas de una sastrería y un buen día le dieron un paso de Semana Santa en miniatura para que lo luciera en el escaparate. «Pensé que yo también podía hacer cosas así, y me puse a ello». En este tiempo ha fabricado unas 200 motos, aunque también le ha dado por los barcos. Cuenta que aprovecha cualquier rato libre para meterse en el pequeño taller que tiene en casa, y que su novia, con la que convive, lo lleva más o menos bien.
A Jesús, que ha llegado a fabricar cascos en miniatura, siempre le habían gustado las manualidades. Ahora es una afición diaria: «Estoy todo el día pensando en llegar a casa para ponerme un rato con las maquetas». Muchas de las motos las hace por encargo. «Amigos o conocidos me mandan una foto de su moto para que les haga una réplica con las latas». Explica que cada una requiere de entre cuatro y cinco horas de faena. La voluntad de perfeccionamiento le ha llevado a pintarlas con un aerógrafo, un dispositivo que rocía pintura a presión y que le permite dar a las réplica los mismos tonos que las motos originales. Eso es precisamente lo que hizo con la copia en miniatura de la moto del Equipo Repsol Honda, con los tradicionales colores rojo y naranja.
Lo primero para adentrarse en este mundo son las herramientas. Además de las latas, los expertos recomiendan tijeras largas, cinta aislante, pegamento, alambre, silicona, alicates y pinzas. Si se busca un nivel ‘premium’, será necesario disponer de lijas, pequeños taladros y sopletes para la soldadura, además del citado aerógrafo para la pintura. Y mucho ojo con cortarse, que la lata, una vez abierta, genera unas esquinas muy traicioneras. Las motos fabricadas con latas suelen medir unos 20 centímetros y las ruedas siempre se fabrican con la parte inferior del envase. En algunos casos,
Jesús ha llegado a usar cadenas diminutas, pero en la mayoría de ocasiones, usa el mismo aluminio para crear esta parte imprescindible de la transmisión.
Ahora ya lo sabéis, cuando terminéis el refresco o la cerveza, pensad que entre las manos podéis estar sujetando la moto de Márquez o de Pedrosa. Sin duda, son las motos que dan la lata.
Foto cabecera: Jesus Sollero | Instagram