Cultura Motera

Motos a escala: tu segundo amor, en el salón de casa

5 minutos 08/03/2018 Última actualización: 22/05/2024

Para muchos pueden parecer juguetes. Pero para un auténtico motero, esa pequeña réplica es un homenaje, un deseo que algún día se hará realidad o una expresión de amor. Algunos tienen una bandera, otros un escudo y otros, una moto a escala. Os lo contamos todo sobre ellas.

Motos CBR de juguete
Motos a escala: tu segundo amor, en el salón de casa

Las motos a escala nos permiten tener en el salón de casa una pequeña porción de una de nuestras mayores pasiones. Aunque en nuestro país, según nos cuentan los expertos, no existe una afición exagerada por este tipo de productos. ¿Por qué?

Hablamos con los propietarios de dos web que nos cuentan cómo funciona este sector y qué tipo de clientes se pasan por sus páginas. Quique Ricard es el responsable de Motos a Escala. No se gana la vida con esto. Se trata más bien del matrimonio entre dos circunstancias personales: es informático y le encantan las motos. Creó el negocio hace un par de años y cuenta que los modelos que tienen más salida comercial son los urbanos. “Quizás porque la gente busca una reproducción de su propia moto”. De ahí que muchos de sus clientes, sostiene, sean mujeres que piden la moto de su pareja en pequeñito. “La buscan como regalo”, detalla.

Aunque también está el motero que ha dejado de lado la moto, o porque se ha hecho mayor o porque ha tenido hijos y quiere reducir riesgos en su vida, y desea guardar en su casa una réplica del modelo que tanto le hizo disfrutar en sus años mozos. A Quique siempre le ha impresionado “lo bien hechas que están las motos, con un nivel de detalle impresionante”. En eso coincide con Francisco García, impulsor de la web Moto Mini, que, de todas ellas, se acuerda de una Honda CB de escala 1:6 que incluía llaves en el contacto. “Se podía levantar el asiento, los frenos funcionaban, la suspensión; era una pasada”.

Basta con darse una vuelta por esta y otras webs para comprobar lo que cuentan Quique y Francisco. Si vas despistado, puedes llegar a creer que estás delante de una página de motos de segunda mano. Solos cuando ves el precio (¿¿una Harley por 11 euros??) caes en la cuenta de que son modelos chiquitines, con sus cilindros, su motor, su escape, sus retrovisores, sus intermitentes, su asiento. Todo está ahí. Un sueño hecho realidad, aunque en edición de bolsillo.

La escala más habitual es la 1:12, aunque también se estila mucho la 1:24. Los precios oscilan entre los cuatro euros y los más de 200 de las unidades más logradas. Uno de los retos de este gremio ha sido el de intentar, sin suerte, seguirle el ritmo a la industria de la moto. Los modelos reales cambian de un año al otro, ni que fuera una leve modificación de la pintura. Resultado: las empresas fabricantes de réplicas en miniatura han ido siempre unos cuantos pasos por detrás.

Cuenta Francisco que España está en la cola de Europa en materia de coleccionismo de motos a escala. “En países como Holanda, Alemania o Francia hay mucha más afición que aquí, y no sé decirte la razón”. Lo cierto es que los modelos más caros de su página van a parar prácticamente todos al extranjero. ¿Pero por qué uno de los países con más motos, con infinidad de motoclubs, con grandes campeones en el Mundial de Motociclismo, no se ha volcado en este hobby? No saben dar una explicación razonable, y como esto no es una ciencia exacta, se puede fabular. Puede que sea precisamente por eso, porque ya tenemos muchas de las grandotas y no hace falta tirar de las miniaturas. Es decir, para qué tener una copia diminuta si puedo tener la real.

Hubo un tiempo de cierta gloria. Sucedió cuando la editorial Altaya lanzó uno de esos coleccionables que se venden en los quioscos. Francisco se acuerda bien: “Eran motos clásicas y estaban muy logradas; más tarde sacaron una de modelos de competición”. Pero aquello, admite, no terminó de cuajar. Por eso es tan difícil encontrar en nuestro país a un buen coleccionista de motos a escala. España llegó incluso a tener un par de buenos fabricantes, pero ambos tuvieron que bajar la persiana ante la baja demanda.

Quique posee una colección personal de unas 60 motos a escala. Explica que las tiene en un expositor, y que sus hijos de 10 y 12 años las usan para montar encima a sus muñecos. Tiene lógica que añadan pilotos, porque si algo nos gusta en este país es una buena carrera de motos.

Foto cabecera: www.motomini.es / www.motosaescala.com

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