Tras los éxitos de 1990, Toyota repetía la formula de la temporada pasada formando un equipo con dos pilotos, y alguna presencia ocasional de un tercer coche. Defendiendo la corona, Carlos Sainz volvía a la acción junto a su copiloto Luis Moya y Armin Schwarz dirigía el segundo coche del equipo una vez más, esta vez con Arne Hertz a su derecha.
Aquella temporada se disputarían 12 pruebas, siendo novedad el Rally de Cataluña Costa Brava, que puntuaba por primera vez para el Campeonato del Mundo, y donde Sainz, que partía este año como favorito, estaría arropado por su gente.
Montecarlo inauguraba de nuevo la temporada. Fue un rally con condiciones variadas que se extendieron durante todo el evento. Asfalto con placas de hielo, asfalto seco y pistas totalmente heladas supusieron un sinfín de complicaciones a los participantes pero a su vez la dificultad de este rally siempre lo había convertido en uno de los más prestigiosos. Sainz salió a por todas, exprimiendo la caballería del Toyota. Pese a liderar las primeras jornadas, a comienzos de la última perdió el liderazgo a manos del francés Delecour. Sin embargo, en la competición nada está decidido hasta que se cruza la meta, y los problemas mecánicos en el Ford Sierra Cosworth de Delecour volvieron a aupar a Carlos al primer puesto. El español comenzaba el año con una fantástica victoria en un rally legendario.
El de Portugal estaba marcado como un rally desafortunado en la agenda del equipo. Los dos años anteriores habíamos abandonado las tierras lusas sin acabar con ninguno de los vehículos. Además, en aquella edición Luis Moya aún estaba convaleciente de un accidente reciente, pero eso no le impidió acompañar a Carlos y plantar cara a sus rivales. El rally estuvo marcado por la climatología adversa que, unida a los grandes tramos de tierra y asfalto roto, convirtieron las etapas en zonas de supervivencia. Accidentes y problemas mecánicos acompañaron a todos los pilotos, así como lluvias torrenciales e incluso algo de nieve. Finalmente, y tras una dura lucha, el piloto español logró superarlos a todos, venciendo el rally por más de 45 segundos sobre el Lancia Delta de Didier Auriol.
La tercera cita para el equipo se produjo en Kenia. Para el Rally Safari, además de Sainz, el equipo volvía a contar con los pilotos invitados Bjorn Waldegaard y Mikael Ericsson. El evento comenzó de forma esperanzadora, con Sainz liderando la primera etapa sobre su compañero Waldegaard pese a haber tenido que conducir con el parabrisas roto por una piedra lanzada por otro coche. A pesar de sus buenos inicios, el Rally Safari es una prueba devastadora para los vehículos, y el motor del Toyota de Sainz dijo basta, obligándole a abandonar. Ericsson logró acabar segundo y Waldegaard cuarto.
Córcega volvía a acoger el Tour de Corse, un rally de asfalto con un total de 626 km cronometrados. La competición era tan feroz que prácticamente en cada tramo había un cambio en la cabeza de clasificación. Sainz perdió el liderazgo en el segundo tramo, pero el último día, a falta de diez zonas cronometradas comenzó una remontada espectacular sin bajarse ya de la primera posición, logrando finalizar el rally a más de un minuto sobre Auriol. Las tres victorias en cuatro rallys permitían al equipo soñar con una nueva corona.
De Córcega el Mundial viajaba al este, a tierras griegas. En el Rally Acrópolis el equipo contaba con la participación de Mikael Ericsson que pilotaría el tercer Celica. Los casi 600Km de pistas de gravilla eran como de costumbre un terreno traicionero. Tras la victoria del año anterior, Sainz volvía a marcar un ritmo elevado. Pero la dureza del rally pasaba factura a los neumáticos y, tras dos pinchazos, Carlos se veía relegado al segundo puesto, por detrás de Juha Kankkunen. Schwarz y Ericsson acababan quinto y sexto.
El campeonato se trasladaba al otro lado del mundo en el rally de Nueva Zelanda. Este año la competencia sí acudió a la cita, pero sufrirían numerosos problemas mecánicos y estratégicos. Carlos, siendo en esta ocasión el único piloto oficial de Toyota en la prueba, no tuvo problemas en arrasar con sus adversarios. Desde el tercer tramo cronometrado del primer día, Sainz no se bajó de la primera posición general, finalizando el rally cómodamente con más de un minuto sobre Kankkunen.
Los coches viajaban al Rally de Argentina y los rivales de Lancia estaban dispuestos a poner toda la carne en el asador. Si querían tener oportunidades de hacerse con el campeonato, debían detener a Sainz a toda costa. El piloto español comenzó con problemas y mala suerte, pero su rally fue de menos a más y poco a poco fue ganando terreno a sus rivales. A falta de 10 tramos comenzaba a asomarse por la primera posición general y con tan solo cinco restantes ya no se bajó del primer puesto que, eso sí, tuvo que defender a capa y espada contra Miki Biasion, venciendo el rally a tan solo 8 segundos de este.
Abandonando Sudamérica con un cómodo colchón de puntos, el Mundial viajaba al mítico 1000 lagos en Finlandia. Aquí es donde todo comenzó a torcerse para Carlos Sainz. Las notas de Luis Moya habían sido robadas, con todos los datos y anotaciones de los años anteriores. Esto no impidió que el español volara de nuevo sobre unas pistas que le encantaban, manteniéndose líder durante más de la mitad del rally. Lamentablemente, en uno de los últimos tramos el coche se descolocó en un salto y resultó gravemente dañado. Pese a todo se pudo acabar el rally en cuarta posición.
Con los Lancia aproximándose a los puntos de Sainz, Toyota se embarcaba rumbo al Rally de Australia, donde el año anterior Sainz había logrado un buen resultado. Parecía en esta ocasión que la suerte no se encontraba del lado de Carlos. Varios vuelcos, incluido uno con seis vueltas de campana, obligaban a la retirada de la prueba. A pesar de la dureza del Celica, Toyota se veía en situación de dejar el camino libre a sus competidores. No todo fueron malas noticias, ya que, como consolación, Armin Schwarz acababa tercero.
El rally de San Remo continuó lastrando las aspiraciones de lograr un nuevo título para el piloto español. El complicado terreno de gravilla resultó ser infranqueable en esta ocasión. Pese a ganar 11 tramos, el piloto rival Didier Auriol estuvo intratable y el fiable Toyota sufrió una rara avería en uno de los rodamientos de la transmisión. Sainz tan solo pudo acabar sexto y Schwarz octavo.
Llegaba finalmente el esperado rally Costa Brava, que por primera vez formaba parte del Mundial. Sainz podía deleitar a sus fans sobre el asfalto nacional. El segundo Toyota, en manos de Schwarz comenzó fuerte, y Carlos se mantenía en todo momento a unos pocos segundos de su compañero, a la espera del momento adecuado. Desafortunadamente, un problema eléctrico antes de comenzar la octava especial dejaba a Sainz sin coche. La victoria final de Armin, primera del piloto alemán en el Mundial, supuso un contrapunto positivo para el equipo.
La última prueba de la temporada sería una ve más el rally RAC en inlgaterra. Con Kankkunen liderando el campeonato, Sainz tenía que acabar si o si por delante de él para tener alguna opción de victoria. Con el título de constructores ya decidido a favor de Lancia, el equipo Toyota tan solo contó con el coche de Sainz. Mientras luchaba por los puestos de cabeza, problemas mecánicos con el sistema de refrigeración no permitían a Sainz repetir la victoria del año anterior, relegándolo a un tercer puesto. Juha Kankkunen con su victoria se aseguraba su tercer título, con tan solo 7 puntos de ventaja sobre un Carlos Sainz resignado que miraba ya hacia la temporada de 1992.