Los seguidores más veteranos del Equipo Repsol Honda de MotoGP todavía recuerdan su corazón dividido en 1996, cuando Mick Doohan y Álex Crivillé se batían cada fin de semana por el título mundial de la icónica clase reina de 500.
A mediados de la década de 1990, en España sólo una minoría disponía de teléfono móvil, no existían las redes sociales y, en general, el uso de Internet resultaba mínimo en comparación con lo que llegaría a crecer a partir del siglo XXI. Los aficionados a las carreras de Campeonato del Mundo de 500 cc –lo que hoy conoces como MotoGP-, y en particular los incondicionales del Equipo Repsol Honda, tenían otros medios para no perderse los duelos entre el campeón en título Mick Doohan y su compañero de escuadra, el aspirante español Álex Crivillé.
Televisión Española retransmitía en abierto todas las carreras de la temporada, incluidos los entrenamientos, aunque los horarios podían variar y se llegaba incluso a ver alguna carrera en diferido por exigencias de la programación. Radio Nacional de España también emitía las carreras pero, si bien en las ondas le ha ido muy bien a deportes como el fútbol, las carreras de motociclismo en la radio no levantaban la misma expectación.
Los periódicos costaban 125 pesetas -0’75 €- y daban información sobre los entrenamientos del Gran Premio durante el fin de semana. El lunes, los diarios generalistas publicaban una crónica de un par de páginas y los deportivos ampliaban la información hasta cuatro o cinco. Sin embargo, el martes por la mañana era el momento más esperado y no resultaba extraño ver la Honda NSR de 75 o 125 cc de un aficionado aparcada en el kiosco, precisamente cuando aparecía un nuevo número de las revistas Motociclismo y Solo Moto con completísimos reportajes de cada Gran Premio, con crónicas, fotos, entrevistas, artículos sobre técnica, un nivel de información que les convertían en referentes de la competición. Cada ejemplar costaba 375 pesetas -1’95 €-.
Toda esta expectación tenía un buen motivo. Los seguidores de las carreras de velocidad tenían como referente en aquel momento al recién creado Equipo Repsol Honda. La formación de fábrica del constructor japonés y la petrolera española habían decidido aunar esfuerzos un año antes, en 1995, y contaba con tres pilotos al manillar de la legendaria Honda NSR 500, el australiano Mick Doohan, el español Álex Crivillé y el japonés Shinichi Ito. En 1996 entró también el japonés Tadayuki Okada.
Doohan era en aquel momento el líder indiscutible del equipo. Había ganado su primer título de 500 cc en 1994 y en 1995 estrenó el número 1 en el frontal y los laterales de su Honda NSR500, ya completamente decorada con los colores de Repsol. Era el último de la mítica generación de pilotos de 500 cc americanos y australianos.
Ese mismo año, Doohan ganaría su segundo campeonato consecutivo con siete victorias y una abrumadora autoridad en la pista. Crivillé, por su parte, formaba parte de una nueva generación de pilotos europeos dispuestos a terminar con el dominio anglosajón en 500 cc. Había finalizado cuarto en la general subiendo al podio con cierta frecuencia y sumando una victoria en la carrera que cerraba la temporada en Cataluña.
Todo el mundo esperaba una nueva y excitante temporada en 1996. Doohan estaba tan fuerte como siempre y Crivillé había aprendido especialmente del mayor referente del campeonato, su propio compañero de equipo. En el inicio de temporada, Doohan venció en la segunda carrera del calendario en Indonesia y Crivillé subió al podio en Japón, pero en la cuarta salida del año, en Jerez, se desató el enfrentamiento en la pista entre Doohan y Crivillé que marcaría gran parte de lo que habría de venir en una temporada inolvidable.
Crivillé lideró el GP de España hasta la última vuelta. Entonces se produjo una invasión de pista por una mínima parte del público que causó una gran confusión. Doohan, que rodaba a rueda de Crivillé, recuperó unos metros decisivos y le rebasó en el viraje de entrada en meta. El español, viendo que le se escapaba la victoria como arena entre los dedos, aceleró bruscamente y la salvaje Honda NSR500 le lanzó a continuación por encima del manillar.
Si Michael Doohan era de nuevo líder del campeonato mediada la temporada, Crivillé jamás pensó en rendirse. En el GP de Austria, la décima cita del calendario, Crivillé se tomó la revancha en Spielberg y derrotó a Doohan con un sensacional adelantamiento de última vuelta. El joven aprendiz había vencido al maestro y aquel momento demostró al piloto español que su rival no era invencible.
Dos semanas después, en República Checa, los dos pilotos del Equipo Repsol Honda volvieron a verse las caras en la pista. Doohan parecía tener la victoria en el bolsillo, pero Crivillé rodó tan rápido en la última vuelta que recuperó unos metros vitales para salir de la última curva en la estela de su rival. Crivillé salió del rebufo de Doohan para lograr una segunda victoria consecutiva sobre su rival australiano por apenas dos milésimas de segundo.
Aquella épica temporada finalizó con el tercer título mundial para Doohan y con Crivillé como subcampeón del mundo de 500 cc, no sin antes caer juntos en la última vuelta de la carrera que cerraba la temporada, irónicamente en Australia. Ningún piloto español había llegado tan lejos en 500 cc.
La rivalidad entre Doohan y Crivillé dentro del Equipo Repsol Honda continuó en las temporadas siguientes. El australiano ganó el campeonato de nuevo en 1997 y 1998, sumando nada menos que cinco títulos consecutivos que le han situado como uno de los pilotos más grandes de este deporte. Crivillé estuvo cada vez más cerca y en 1999 comenzó la temporada mejor preparado que nunca.
La victoria de Álex Crivillé en el GP de España de 1999 coincidió con la grave caída en entrenamientos de Mick Doohan. Con múltiples fracturas, el australiano decidió anticipar entonces su definitiva retirada de la competición. Crivillé continuó realizando una fantástica temporada con nada menos que seis victorias y un total de diez podios que le dieron el primer título mundial de 500 cc del motociclismo español.
Aquella temporada de 1996, sin embargo, todavía se recuerda entre los aficionados más veteranos como una época mágica, en la que dos pilotos del Equipo Repsol Honda se jugaron por primera vez el campeonato en la categoría reina de 500 cc.