En el lenguaje del Mundial de Motociclismo de hoy, pilotos y técnicos se refieren a las distintas curvas de un circuito ¡mediante un simple número: En la “curva 7” necesito algo más de antiwheelie, quiero poder acelerar mejor hasta “la 8”…”…
Ello nunca podría tener sentido en el legendario Circuit de Montjuïc.
¿Cómo no referirse a sus 12 curvas sino con su nombre propio si estos eran tan sugerentes como la Pèrgola, Poble Espanyol, Sant Jordi, o la recta de l’Estadi?
¿Podría haberse llamado simplemente “curva 6” al ángulo de Miramar, denominar con un escueto “la 7” al viraje del Museo Etnològic, bastarse con un “la 8” para La Font del Gat o un sucinto “curva 9” para un viraje tan bello como Teatre Grec?
Montjuïc fue sede de los Grandes Premios de España de Motociclismo entre 1950 y 1976. Salvo en la edición inaugural entre 1956 y 1960, siempre formó parte del Campeonato del Mundo de Motociclismo.
En aquella mítica pista de 3,79 km “del Parque” se disputaron igualmente, entre 1955 y 1986, las famosas 24 Hores de Montjuïc.
La “subida hasta el Estadio” constaba de curvas rápidas de alta velocidad que marcaban buena parte del ritmo necesario para conseguir un buen tiempo.
Pero la frenada en el ángulo de Miramar, y la bajada a toda velocidad en curvas enlazadas hasta la recta de la “Fuente mágica luminosa” era un verdadero desafío al buen pilotaje.
Pilotar bien en Montjuïc era difícil y por ello sólo distinguía a los grandes campeones.
Su destino y su sustitución por el trazado moderno de Montmeló, inaugurado en 1991, estuvo irremediablemente ligado a su instalación semiurbana.
La pista aprovechaba las calles y avenidas de la montaña del Parc de Montjuic. Al circular a través de virajes de trazado natural, su forma era muy pintoresca.
El continuo aumento de las prestaciones de los vehículos que disputaban carreras en él, contrastó con la total imposibilidad de mejorar los sistemas de seguridad. La última edición de las 24 Horas llevó a la lógica conclusión de que el circuito había quedado desfasado.
En 2004 el Ayuntamiento de Barcelona señalizó el antiguo trazado. Ahora se conserva prácticamente idéntico al original a excepción de la recta del Estadio, modificada a una suave curva cuando se construyó en 1992 la Anilla Olímpica.
Todo buen aficionado puede seguir circulando en la actualidad, en moto o coche, por el circuito de Montjuïc.
Si lo hace en sentido contrario a las agujas del reloj, podrá disfrutar, como antaño sus pilotos, de uno de los trazados más bellos y exigentes del mundo.
Foto cabecera: Moritz Barcelona | Wikimedia