De leyenda

Mundial de Rallys 1996: Carlos Sainz con el espectacular Ford Escort RS Cosworth Repsol que nunca olvidaremos

16 minutos 26/02/2021 Última actualización: 18/04/2024

Habiendo logrado el subcampeonato en 1995, con el título escapándose por los pelos, Carlos Sainz buscaba para 1996 un nuevo equipo. Con la imposibilidad de correr en Toyota debido a una sanción que pesaba sobre ellos, Sainz y Repsol acababan firmando con Ford, marca con la que Carlos Sainz había corrido en sus inicios.

Carlos Sainz 1996 con el Ford Escort RS Cosworth deslizando en la nieve en el rally de Suecia
Mundial de Rallys 1996: Carlos Sainz con el espectacular Ford Escort RS Cosworth Repsol que nunca olvidaremos

El coche que pilotaría Sainz sería el Ford Escort RS Cosworth, un vehículo que ya había demostrado años atrás una gran competitividad, ganando rallys en Montecarlo, Córcega o los 1.000 Lagos, entre otros, pero que en los últimos tiempos no había sido evolucionado al mismo nivel que los coches rivales. Su última victoria había sido lograda en 1994, lo que hacía presagiar que sería necesaria una actualización importante de sus capacidades.

Carlos Sainz debería, de nuevo, empezar desde cero y evolucionar un coche para lograr ser competitivo contra los Mitsubishi Lancer Evo III y los Subaru Impreza 555, lo que no era una tarea fácil ni al alcance de muchos, sobre todo teniendo en cuenta a dos de los pilotos a los que se enfrentaría, Tommi Mäkinen y su compañero en las dos últimas temporadas, Colin McRae.

El coche, como era de esperar, montaba un propulsor de dos litros turboalimentado, y otorgaba una potencia de unos 300 caballos que transmitía a las ruedas mediante una caja manual de seis velocidades y un sistema de tracción total dotado de diferenciales delantero y central con control electro hidráulico, y un trasero Torsen o de discos en función del terreno donde se fuera a correr. El freno de mano desconectaba el diferencial central para que no fuera necesario embragar al tirar de él al redondear curvas usando este. Eso sí, tras los test realizados a principios de año, Carlos ya vio qué se podría mejorar, realizándose diversos cambios en la suspensión y diferenciales.

La temporada contaría con 9 pruebas, todas puntuables. Algunos cambios en la normativa provocaban que, ahora, las asistencias mecánicas estuvieran más limitadas, obligando en ocasiones a piloto y copiloto a ejercer de mecánicos entre tramos para arreglar problemas en el coche.

Como compañeros, Sainz vería pasar por el equipo a lo largo del año a François Delecour, Stig Blomqvist, Gwyndaf Evans y Bruno Thiry.

Comenzaba el año y, por primera vez desde 1973, Montecarlo no sería puntuable para el Mundial de Rallys, aunque sí para la copa del Mundo de 2 litros, donde Repsol también participaba con el Ibiza Kit Car, y cuyo título ganaría in extremis ese año.

La primera prueba de fuego fue, pues, el Rally de Suecia. Una prueba de 490 km desarrollada sobre pistas de nieve y hielo que no hacían albergar muchas esperanzas en la primera toma de contacto real con el Ford Escort, tanto por comprobar si los cambios de los test surtirían efecto, como por la presencia de los pilotos locales, expertos en ese tipo de terreno.

Sin embargo, la sorpresa tardó poco en llegar. En el primer día, en el octavo tramo (el más largo con 44,6 km) Sainz se hacía con la victoria. Acabado el primer día Sainz estaba tercero a tan solo 14 segundos de Makinen y 8 de Kankkunen.

En el segundo día las cosas mejoraron, logrando los mejores tiempos en dos de los tramos y situándose Carlos ya en segunda posición, persiguiendo al Mitsubishi Lancer Evo III de Tommi Mäkinen, que apenas contaba con 15 segundos de ventaja. Eso sí, la igualdad era tal que en el tramo 21 la victoria de Sainz era compartida con otros cuatro pilotos, marcando todos el mismo tiempo, situación prácticamente impensable dado el terreno del rally y tratándose además de un tramo nocturno.

El tercer día contaba con solo cinco tramos. Sainz y Moya atacaban desde la salida y comenzaban a recortar tiempo al líder, pero una avería en el diferencial central arruinaba el buen ritmo que llevaban y, al final del día, se tenían que conformar con una esperanzadora segunda posición a 23 segundos de Mäkinen.

Dejando atrás las gélidas temperaturas bajo cero, el Mundial de Rallys viajaba para disputar la segunda prueba al continente africano, donde esperaba el Rally Safari en Kenia. La prueba, conocida por su dureza y longitud, contaba aquel año con 1.784 km sobre tierra y grava, distancia que acabó rebajándose en más de 290 km por la cancelación de algunos tramos debido a las trombas de agua que habían dejado algunas zonas del terreno prácticamente intransitables.

Como en años anteriores, los coches usados en el Rally Safari eran vehículos con una configuración totalmente diferente a la de cualquier otra prueba del Mundial de Rallys. Se instalaron protecciones adicionales, refrigeración mejorada, depósitos de carburante más grandes y ajustes de suspensión con gran recorrido.

Pese a todo, la poca experiencia del equipo en esta dura prueba pasó factura al coche, sufriendo problemas de suspensión durante una primera jornada que terminó para los nuestros con una quinta posición en la tabla. Tras una intensa asistencia durante el segundo día se lograba volver a la carrera aplicando una reparación de emergencia aunque, debido a lo roto del terreno y pese a no forzar la mecánica, todo terminaba con el abandono de Sainz y Moya.

Tras el fiasco en Kenia, el Mundial viajaba a tierras asiáticas para disputar el Rally de Indonesia, donde 452 kilómetros de pistas de tierra y resbaladizo barro esperaban a los participantes.

Era la primera vez que Sainz y Moya disputaban este rally, por lo que la idea era seguir adquiriendo experiencia con el coche y trabajando en constantes mejoras.

Ya a mediados del primer día las cosas empezaban a ponerse feas, con algunos problemas en la caja de cambios con la tercera y cuarta relación, que se saltaban y terminaban por causar una salida de pista que, afortunadamente, se saldaba sin consecuencias para los pilotos. Se terminaba el primer día en cuarta posición a 3 minutos y 29 segundos de McRae, que había salido a por todas en su lucha contra Mäkinen.

El segundo día comenzaba con varias sorpresas. En primer lugar, la victoria en el primer tramo con el mismo tiempo que McRae indicaba que la cosa parecía poder igualarse con sus rivales. La segunda fue el abandono de Tommi Mäkinen, que en su intento por alcanzar a Colin McRae sufría una salida de pista en la que rompía el radiador y provocaba una avería en el motor de su Lancer EVO III, diciendo adiós al rally. En el tramo 14, y pese a las malas condiciones provocadas por la lluvia, Carlos lograba la victoria y se colocaba ya segundo en la clasificación. Cerca del final del día, Sainz sufría una salida de pista que le hacía perder algo de tiempo, y terminaba en una tercera posición general a 4 minutos y 17 segundos de McRae y a menos de un minuto de Kankkunen.

El tercer día también estuvo plagado de sorpresas. Todos los pilotos salían atacando, pero era Sainz el que se llevaba la victoria en el primer tramo. Piero Liatti comenzó a continuación a encadenar victorias de tramo y McRae, que veía peligrar su liderato, apretaba y terminaba sufriendo un vuelco que destrozaba el coche y sus opciones de continuar. Carlos Sainz siguió presionando y tratando de mantener a raya a sus perseguidores y, ya en el tramo 24, se colocaba líder y acababa la prueba con una inesperada victoria a 23 segundos de Liatti y más de un minuto sobre Kankkunen.

Con un gran sabor de boca, Carlos Sainz y Luis Moya viajaban ahora para disputar la siguiente prueba del Mundial de Rallys en tierras griegas. Era el turno del espectacular Rally Acrópolis, que en esta ocasión constaría de 21 etapas sobre grava y tierra, con un total de 454km.

Este año la organización había cambiado algunos tramos, y algunos de ellos eran totalmente nuevos. La dureza del terreno, las nuevas zonas y la falta de rendimiento de los Ford contra los Mitsibishi y los Subaru, explican la cuarta posición de la primera jornada, a 1 minuto y 49 segundos de McRae. Eso sí, Carlos Sainz y Luis Moya se adjudicaron una victoria de tramo.

El segundo día prometía ser más duro aún, pero las manos de Carlos y algunos ajustes en el coche, sobre todo en lo relativo a la reducción del peso, permitieron lograr dos victorias de tramo y estar más cerca de la cabeza de carrera, acabando en tercera posición a 1 minuto y 34 segundos.

En el tercer día casi todos los pilotos comenzaron a sufrir problemas con los neumáticos que, debido a la nueva reglamentación con menos asistencias, obligaban en ocasiones a pasar dos o tres tramos con las mismas gomas y, debido al estado de las pistas, los neumáticos acababan destrozados, obligando a los pilotos a bajar el ritmo de forma notable. El resultado final fue satisfactorio, con una tercera posición final a poco menos de cuatro minutos de McRae, que se llevaba la victoria en esta ocasión.

De nuevo tocaba cambiar de continente, viajando esta vez a Sudamérica para correr en el Rally de Argentina. La prueba, caracterizada por sus tramos rápidos, no era desconocida por Carlos, que había logrado la victoria y varios podios allí en años anteriores. La edición de 1996 contaría con 516 kilómetros cronometrados sobre pistas de gravilla.

Comenzaba el primer día, que sería bastante largo, con 13 tramos. Con nuevos ajustes de suspensión, pero sin las mejoras de motor que se esperaban desde Ford, Carlos Sainz salía atacando, y pese a varios problemas mecánicos, lograba cuatro victorias de tramo. La jornada se saldaba con una cuarta posición a poco más de 2 minutos de Mäkinen, que estaba volando, y el abandono de McRae tras un vuelco.

El segundo día, de nuevo largo y con uno de los tramos con más kilómetros del Mundial de Rallys, servía para demostrar que las mejoras en el coche iban surtiendo el efecto deseado y, pese a algunos problemas, Carlos Sainz lograba seis victorias de tramo y la tercera posición general. Además, pudo recortar tiempo al líder, colocándose a poco más de minuto y medio de este.

El tercer día contaba con solo cinco tramos. Fallos en la organización de un tramo supusieron un problema para algunos pilotos que tomaron un camino equivocado, pero finalmente y tras apretar todo lo que pudo, Carlos acababa el día en segunda posición y se situaba a 13 puntos de Tommi Mäkinen en la clasificación del Mundial.

El Mundial volvía a Europa, y llegaba uno de los rallys más aclamados y espectaculares, el Rally 1.000 Lagos o Rally de Finlandia. 478 kilómetros de rápidas pistas de grava entre bosques, con muchos saltos y escenarios espectaculares. Ford traía una modificación de motor para esta ocasión, que otorgaba una respuesta con mejor entrega de potencia en la zona media.

El rally comenzó con dificultades para Sainz, que tenía problemas con un manguito del turbo y perdía un valioso tiempo en el primer tramo. Sainz presionaba en las complicadas pistas finlandesas, sabiendo que cualquier error se podía pagar caro. Un ejemplo fue Colin McRae, que volvió a volcar y abandonar. Carlos demostraba su gran pilotaje acabando el último tramo con un amortiguador sin hidráulico, y firmando la octava posición de la jornada a tres minutos de la cabeza.

El segundo día comenzaba algo mejor. Sainz y Moya lo daban todo por tratar de recuperar algo de tiempo, pero la competencia era brutal y el Rally de Finlandia es uno de los más complicados para poder recuperar tiempos a los adversarios. Aun y todo, Carlos lograba subir a la sexta posición en la general, pero perdía unos pocos segundos más sobre Mäkinen, que como buen piloto local se tornaba inalcanzable.

El tercer día se preveía complicado, ya que de los seis tramos, dos de ellos eran totalmente nuevos para Sainz, y además se disputaban en ambos sentidos. Lamentablemente, apenas unos kilómetros antes de finalizar el último tramo, la caja de cambios del Ford Escort decía basta y Carlos y Luis se veían sin opciones de acabar la prueba en un posible podio, cediendo además muchas opciones al título Mundial.

El Mundial de Rallys viajaba ahora al otro lado del mundo para disputar el Rally de Australia, con 475 kilómetros de difícil grava de gran tamaño que, además, se complicaba por las lluvias caídas en los días anteriores.

Sainz comenzaba la primera etapa llevándose la victoria en los dos primeros tramos y repitiendo victoria en la quinta. De nuevo, Mäkinen era el hombre a batir y Carlos trataba de limitar la pérdida de tiempo con el piloto finlandés a base de un pilotaje preciso y gracias al buen funcionamiento del coche. Finalmente, el día finalizaba con una segunda posición a 37 segundos de Tommi.

En la segunda etapa la lluvia fue la protagonista, dejando las pistas en unas condiciones muy deslizantes y provocando la cancelación a posteriori de algunos tramos, entre ellos uno en el que era necesario atravesar un río apenas a 200 metros del final, y en el que tanto Carlos como otros pilotos sufrieron la parada de sus coches por la gran crecida experimentada en el caudal. Gracias a la cancelación de ese tramo, Carlos pudo llevar el coche a la asistencia y solucionar los problemas, siguiendo en carrera y acabando el día en tercera posición a 1 minuto 53 segundos.

Llegaba la tercera etapa de este complicadísimo rally y Sainz salía a por todas para tratar de lograr la segunda posición ya que, en caso de victoria de Mäkinen, esa segunda plaza era lo único que evitaría que el finlandés se proclamara matemáticamente Campeón del Mundo. Carlos volaba por las deslizantes pistas, logrando la victoria en seis de los 8 tramos y manteniendo la esperanza de adelantar a Eriksson pero, finalmente, se quedaba a 4 segundos de la segunda posición, dando el Mundial a Mäkinen y acabando el rally en tercera plaza.

Llegaba la penúltima prueba del Mundial de Rallys, el Rally de San Remo. La prueba constaba de un recorrido con mezcla de grava los dos primeros días y asfalto el tercero, y un total de 413 kilómetros cronometrados.

La primera etapa comenzaba con la cancelación del primer tramo tras dos accidentes, uno de ellos apenas a 500 metros de la salida. El recién coronado Campeón del Mundo, Tommi Mäkinnen, sufría un duro golpe y se veía obligado a retirarse por lesión de su copiloto. Carlos trataba de sacar buenos tiempos, pero al ir abriendo pista sus perseguidores le metían segundos en cada tramo, terminando el día en octava posición a 44 segundos de McRae.

La segunda etapa comenzaba mejor, saliendo tras otros coches y con la pista limpia, Carlos Sainz y Luis Moya volaban sobre las pistas y lograban la victoria en el primer tramo, logrando más adelante otras tres. Con el fin del día comenzó a diluviar, y Carlos perdía parte de la ventaja acumulada por salir retrasado, terminando la jornada en segunda posición a 32 segundos.

Llegaba la tercera etapa y el asfalto, lo que obligaba a hacer grandes modificaciones en los coches. Sería la primera toma de contacto de verdad de Carlos con el Ford Escort RS Cosworth sobre pistas asfaltadas. Pese a la lluvia el rendimiento del Ford era bueno y se lograba una victoria de tramo. Carlos se llegó a colocar a tan solo seis segundos de McRae, pero las pistas empezaban a secarse y el británico lograba recuperar algo de tiempo. El rally se saldaba finalmente con la segunda posición de Sainz, a 22 segundos del vencedor. Además, Bruno Thiry, compañero de Sainz, acababa en tercera posición, colocando dos Ford Repsol en el podio.

Llegaba el final del Mundial de Rallys y lo hacía en casa en el Rally de Cataluña, un rally 100% de asfalto y con un total de 393 kilómetros cronometrados. Sainz luchaba por el subcampeonato, llevando una cómoda ventaja de puntos sobre McRae y además tenía el apoyo del público local.

La primera etapa empezaba bien, con un buen tiempo en el primer tramo pero, por desgracia, en el segundo, cuando seguía marcando un buen ritmo, una zona húmeda que no aparecía en las notas hacía cruzarse al Ford y provocaba el impacto contra un talud, con posterior vuelco del coche que, con enorme mala fortuna, rompía la correa de distribución y obligaba a los nuestros a abandonar el rally.

Con Sainz fuera de carrera, McRae lograba la victoria en el rally y se hacía con el subcampeonato, que se les escapaba a Sainz y Moya por apenas tres puntos. Al menos, Bruno Thiry volvía a lograr la tercera posición, mostrando los colores de Repsol en el podio de casa.

Con la temporada 1996 terminada en tercera posición, para Repsol al menos sí se logró otro Mundial, el de Marcas -junto a Seat- en la Copa del Mundo de 2 litros con el Ibiza Kit Car.

1997 Prometía un nuevo espectáculo, con una nueva versión del Ford Escort ya mucho más madura y con Sainz y Repsol de nuevo otorgándonos imágenes espectaculares y la mayor de las emociones.

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