Para 1992 Toyota puso en las pistas la nueva evolución de su ya eficaz caballo de batalla para los rallys, el Celica Turbo 4WD ST-185. Esta versión, que además salió al mercado como edición limitada Carlos Sainz, de la que se crearon cinco mil unidades, contaba con una nueva carrocería más aerodinámica, suspensiones rediseñadas de aluminio, chasis reforzado, mejoras en la refrigeración mediante un frontal nuevo y la característica toma de aire del capó, transmisión con nuevos diferenciales y turbo e intercooler mejorados.
La competencia no se había dormido, Lancia se disponía a plantar cara con su propia evolución del Lancia Delta HF Integrale 16V y Ford con el Sierra RS Cosworth 4×4.
Este año el equipo participó en 11 de las 14 pruebas del Mundial pero los pilotos tan solo podían participar en 10 de las pruebas puntuables. La composición del equipo volvió a ser dispar, al igual que en años anteriores, se contó ocasionalmente con un tercer coche. Carlos Sainz y Luis Moya eran la pareja principal y les acompañarían en algunas pruebas durante el año Armin Schwarz con Arne Hertz, Markku Alén con Ilkka Kivimäki y el ya veterano Mikael Ericsson junto a Nicky Grist.
Como no podía ser de otra forma, Montecarlo abría el año. Sainz, Alén y Schwarz tomaban la salida. Las heladas pistas del Principado hacían las delicias de los fans, pero convertían la conducción en todo un baile sobre hielo. En estas condiciones, Schwarz se colocaba primero al principio del rally, siendo relevado más tarde por Sainz. Cuando las pistas comenzaron a secarse los Lancia resurgieron y el nuevo Celica resultó ser más problemático de lo esperado. Alén sufría un accidente que le obligaba a retirarse en el cuarto tramo y Schwarz sufría también un percance que daba al traste con su rally en el 18. Sainz lograba acabar segundo a más de dos minutos del intratable Lancia de Didier Auriol.
En el rally de Portugal la cosa no fue tampoco como se esperaba. Pese a retoques en la configuración del Celica, el coche resultaba complicado de llevar al límite. Mientras que el año anterior Sainz ganó con autoridad en todos los terrenos, en la prueba de 1992 las cosas se torcieron hasta el nivel de tener que pasar a conducir de una forma más defensiva para asegurar puntos. El Lancia de Kankkunen y el Ford de Biasion se mostraron fuertes y Sainz se tenía que conformar con una tercera posición, habiendo logrado ganar tan solo 4 tramos y sin llegar a ser líder en ningún momento, justo por delante de su compañero Markku Alén. Armin Schwarz sufría un accidente a tan solo dos tramos del final y se retiraba.
La cosa no pintaba bien para el título, pero aún quedaba mucho asfalto, tierra y grava por recorrer. Llegábamos a Kenia donde se disputaba el Rally Safari. Esta prueba tan particular contó como siempre con vehículos especialmente preparados para su dureza, mezclando en este caso componentes del coche del año anterior con el nuevo modelo. La combinación resultó ser todo un acierto para las duras condiciones de las pistas africanas, logrando Sainz por fin el primer triunfo del año, con más de 50 minutos sobre Juha Kankkunen y su Lancia. Además, Ericsson y Alén terminaban cuarto y quinto respectivamente.
El Mundial volvía a Europa con el Tour de Corse. Las pistas de Córcega habían visto brillar al dúo Sainz-Toyota en las ediciones anteriores, pero en esta ocasión, la agresiva configuración del chasis del nuevo Celica, excesivamente rígida y la complicada configuración de las suspensiones causaban una degradación de los neumáticos excesiva, que se agravaba con las imprevistas elevadas temperaturas. Con etapas que tenían habitualmente más de 20 kilómetros, las gomas apenas duraban la mitad y Sainz debía de nuevo conducir a la defensiva, tratando de perder el menor número de puntos posible. Acababa cuarto seguido por su compañero Schwarz, mientras que el francés Auriol se llevaba otra victoria con Lancia.
De Córcega a Grecia para correr el Rally Acrópolis, donde también el equipo tenía buenos recuerdos. Sainz empeñado en solucionar los problemas del nuevo coche probó a usar geometrías y ajustes del año anterior, pero siendo un sistema diferente, los resultados siguieron sin acompañar. Didier Auriol y su Lancia se veían imbatibles, liderando la clasificación general tramo tras tramo y la sangría de segundos se hacía más y más grande. Sainz tan solo lograba la victoria en dos de las 40 zonas cronometradas. Finalmente, tanto él como Alén y Schwarz eran presa de sendos accidentes, terminando el equipo con 0 puntos.
Tras los malos resultados de la anterior carrera, pero aún con posibilidades de ganar el campeonato de pilotos, Carlos Sainz se embarcaba en solitario para correr el Rally de Nueva Zelanda que había ganado ya los dos años anteriores. El piloto español continuaba investigando cómo solucionar el complicado comportamiento del coche, y sin la presencia de los Lancias oficiales presionando en esta prueba pudo dar algo de esperanza al ansiado segundo título. Carlos vencía por cuatro minutos y medio, habiendo liderado sin rivales desde el tramo 14, llevándose así su tercera victoria consecutiva en este rally de grava.
Motivado tras la victoria anterior, Sainz recorrió de nuevo medio mundo para viajar y disputar el Rally de Argentina. Lancia y Didier Auriol acudieron a la cita para defenderse de otra posible victoria de sus adversarios. Carlos comenzó liderando el rally, pero poco a poco fue perdiendo terreno frente a su rival. Al acabar el último día, Sainz había logrado la victoria en 10 tramos por 15 del francés, que no se había descolgado de la primera posición general desde mediados del primer día. Carlos acababa pues con un segundo puesto que sabía a victoria pero que alejaba la posibilidad de un nuevo título.
Carlos, con siete participaciones ya este año, decidía no correr los 1000 Lagos y guardaba las tres restantes para pruebas menos arriesgadas. Markku Alén tomaba su relevo en el rally finlandés para intentar frenar a Auriol o a Kankkunen, pero tan solo lograba una tercera posición detrás de estos.
Con el Rally de Australia en ciernes, Sainz tenía 92 puntos por los 100 de Auriol y es que el francés había ganado 5 pruebas ya y Kankkunen, con 77 puntos, tenía aún pruebas para disputar que podrían acercarle peligrosamente al título. Por esto Carlos y Luis lo dieron todo en las polvorientas pistas australianas. Aun así, no fue suficiente, los Lancia volvían a estar intratables y el Toyota seguía resultando demasiado nervioso. Sainz tan solo pudo ganar 7 tramos. Didier Auriol venció su sexta prueba y Kankkunen quedó segundo.
Con solo dos pruebas más para Sainz, se decidió prescindir del Rally de Sanremo. Pero las tornas cambiaron, y así como el año anterior la suerte dio la espalda al español, en esta ocasión fue Auriol el que vio truncada la suya. Ya en el primer tramo, el Lancia del francés perdía una rueda y sufría un accidente que le dejaba fuera del rally. Eso sí, Juha Kankkunen lograba una segunda posición que lo dejaba segundo en el Mundial con 107 puntos. Auriol contaba con 120 y Sainz con 104. El título seguía siendo posible.
Carlos Sainz, haciendo buen uso de su experiencia y determinación, logró al fin solucionar los problemas de ajuste del Toyota Celica. En el Rally Costa Brava, la nueva configuración, con muelles progresivos resultaron ser la clave para un coche que se comportó en el asfalto nacional como nunca. Sainz ganaba en casa, quitándose el mal sabor de boca del abandono del año pasado. Mientras sus dos rivales sufrían suerte dispar. Kankkunen quedaba segundo y Auriol sufría una aparatosa salida de pista que le hacía perder un tiempo precioso, logrando justo acabar décimo y lograr un punto. Schwarz, que había ganado el año anterior, quedaba quinto.
Todo se decidiría de nuevo en el Rally RAC de Inglaterra. La climatología no acompañó en absoluto a lo largo de la prueba, pero eso no desanimó a Sainz, que llegaba primero con 124 puntos tras la motivadora victoria en su tierra natal. Kankkunen llegaba segundo con 122 y Auriol tercero con 121 puntos. La opción estaba clara, quien ganara la prueba se llevaba el Mundial. El Celica Turbo 4WD de Carlos voló en las pistas británicas y no dio opción a sus competidores. Con los nuevos reglajes funcionando como él deseaba, mantuvo el liderato durante más de tres cuartas partes del rally, para vencer con autoridad a más de dos minutos del segundo clasificado. Sus adversarios sufrieron la mala suerte que parecía haber perseguido al español anteriormente. Juha Kankkunen se salía de pista y acababa tercero mientras que Didier Auriol veía cómo su motor se apagaba por un raro problema con las bujías.
Con su victoria en el Rally RAC, Sainz se proclamó bicampeón del Mundo de Rally. Lo hizo con un coche que llevaba su nombre y no sin una dura lucha hasta el mismísimo final. Lamentablemente, este sería su último año con la marca japonesa. En 1993 Carlos y Luis defenderían su corona con otro vehículo, eso sí, con el apoyo de Repsol.