El Motogiro es una carrera peculiar. No descubrimos nada nuevo al afirmar que Italia es uno de los países más moteros del planeta. Todo ese gusto por la moda que con tanto mimo trasladan al mundo de las dos ruedas. Toda esa filosofía de vida alrededor de determinadas marcas. Por no hablar de las leyendas locales, pilotos como Giacomo Agostini, Luca Cadalora, Marco Melandri, el desaparecido Marco Simoncelli y, cómo no, Valentino Rossi. Todo ese amor por el motociclismo vivirá su momento cumbre del año durante el Gran Premio que el domingo 4 de junio se disputará en el autódromo de Mugello. No nos engañemos: no es el circuito del mundo en el que mejor se recibe a los españoles.
Durante el resto del año, Italia no se queda de brazos cruzados esperando que vuelva el Mundial. Tiene, de hecho, competiciones moteras centenarias que son auténticas reliquias del motociclismo, muy apreciadas, sobre todo, por los amantes de las motos clásicas. La más antigua y conocida es el Motogiro, que se ha disputado de manera intermitente desde 1914. La similitud con el nombre de la carrera ciclista no es una casualidad: el Giro de Italia se había celebrado por primera vez cinco años antes.
La competición, siempre en carretera, alcanzó su esplendor en los años 50, cuando el continente trataba de recobrar el aliento tras una segunda guerra mundial que lo había dejado todo destrozado, incluida la moral europea.
La edición de 1954 tuvo un éxito extraordinario. Hasta 50 marcas distintas se apuntaron a recorrer los 3.414 kilómetros en ocho etapas.
En 1957, sin embargo, y por decisión del gobierno italiano, se acabaron las denominadas competiciones de gran fondo, las que se disputaban en carreteras. Tuvieron mucho que ver los accidentes de Le Mans de 1955 y el de las Mil Millas de 1957.
El Motogiro, que a día de hoy organiza el Moto Club Terni, fundado en 1925, resucitó de manera fugaz entre los años 67 y 69 gracias al esfuerzo de la Federación Italiana de Motociclismo. Volvió de nuevo a finales de los 80 y recobró fuerza a partir del 2001 con la implicación de algunas empresas italianas del sector. A día de hoy es una de las citas más reconocidas del calendario internacional. El lugar ideal para fardar de motos clásicas, históricas y vintage. Pero no solo motos, también cascos, monos de cuero que huelen a cerrado, guantes que se caen a trozos, gafas al estilo piloto de avión. La última edición se disputó entre el 15 y el 20 de mayo de este año, con salida y llegada en la localidad de Spoleto, no muy lejos de Perugia. Los participantes tuvieron que recorrer 1.542 kilómetros, con todo lo que eso significa para unas máquinas cuya puesta a punto requiere conocimientos de arqueología.
Todo el que se quiera apuntar, que vaya preparando unos 1.500 euros para la inscripción. Que una cosa sea vieja no significa que vaya a ser barata. Eso sí, unas risas aseguradas, unas rutas moteras rodeado de motos que parece que se aguanten por un imperdible, grandes paisajes y aficionados llegados desde puntos de todo el mundo.
Foto cabecera: motogirodeitalia.es