«La catedral» es un título honorífico ambicionado con todo merecimiento por el Gran Premio de España disputado en Jerez, pero también se dice que el circuito de Assen es “la catedral” del motociclismo europeo.
Una de sus características curiosas es que, hasta 2016, el Dutch TT se disputaba en sábado.
La razón es que, aunque Assen es la única pista donde se ha celebrado un Gran Premio del Mundial desde su creación en 1949 cada año, el primer Gran Premio de Holanda se corrió en Rolde, a siete kilómetros del actual circuito situado en el norte neerlandés.
Dado que la iglesia estaba cerca de la línea de salida y meta, el ayuntamiento no quiso que la gente que quisiera asistir a la misa dominical no pudiera hacerlo por estar las carreteras cerradas.
En 2017 se cambió a domingo, para aprovechar mejor el fin de semana a nivel de evento deportivo, y los aficionados siguen asistiendo “religiosamente” a un Gran Premio único en el Campeonato del Mundo de Velocidad.
Polo de atracción para los aficionados holandeses, alemanes y belgas, es igualmente un Gran Premio de referencia para británicos y franceses, que dan a Assen un ambiente festivo y multicolor en un escenario especial rodeado de verdes colinas sobre las que se ubican unas tribunas con 64.500 asientos.
Es cierto que con los sucesivos rediseños de la pista, el circuito “van Drenthe” de Assen ha perdido bellas secciones que vivieron luchas históricas, pero el circuito neerlandés mantiene todo su carisma entre los aficionados a las grandes carreras.
Y si para ellos estamos hablando con razón de “La Catedral”, el “altar mayor de Assen” es, sin duda, la chicane de entrada en meta. Una “ese” a la que se llega “a todo corazón” desde una rápida de izquierdas en apoyo, y que suele decidir batallas en el último giro.
Foto de cabecera: skanaa.com