Telemetría. Ante todo, aclaremos que el término, aunque usado y aceptado por todos de manera común, es inexacto. En realidad, en MotoGP, deberíamos hablar de “registro de datos”.
Efectivamente, como su nombre indica, “telemetría” significa “medida desde lejos” –del griego “têle”, lejos- e implicaría que los datos registrados por la moto se leyeran «on time” desde los ordenadores de boxes.
A diferencia de la F1, donde se trabaja con telemetría “real time”, lo que realmente ocurre en MotoGP es que los datos registrados son “off-line”, es decir, “se vuelcan” desde la centralita instalada en el interior de la moto al ordenador de los ingenieros para su análisis a posteriori en boxes.
En definitiva, ello no ocurre a tiempo real.
Dicho esto, usando pues el vocablo “popularmente” aceptado, la “telemetría” consiste en el análisis posterior de todos los datos que quedan registrados en la centralita, es decir, en la “central electrónica” de la moto.
Todo lo que sucede en una MotoGP es recogido por una treintena larga de sensores, que graban a través de cientos de canales informáticos datos acerca de la temperatura del motor y sus líquidos en todas las partes interesantes para los ingenieros, al igual que las presiones en el interior de los airbox y en los conductos de admisión y escape.
Se miden igualmente recorridos de los elementos de amortiguación; registrando los movimientos, su velocidad, longitud y la frecuencia de ambas ruedas al final de sus sistemas de suspensión. También se miden las velocidades de rotación de las ruedas delantera y trasera, para saber al compararlas si cualquiera de ellas está “derrapando”.
Se estudian los ángulos de inclinación en curva, o la manera en que el motor entrega la potencia: se registran las revoluciones por minuto, con lo que se deducen los caballos entregados, y también los parámetros que se corresponden con el propio manejo de la moto por parte del piloto, como la apertura del acelerador, la fuerza aplicada de frenada, etc.
Todo esto se registra contando con que estos datos pueden casarse con el “mapa” del circuito para estudiarlos -y en su caso regularlos- para cada uno de los puntos de la pista.
De esta manera, los ingenieros pueden regular el control de tracción, el antiwheelie, o la entrega de potencia en cada momento, modificándolos a través de la conexión ride by wire –se ha eliminado el cable metálico directo- entre el puño del acelerador y la respuesta del propulsor.
Y ello se hace en función de los deseos de Marc Márquez o Dani Pedrosa en busca de mejorar la efectividad de sus prestaciones ante el dios “Cronos”, el “juez único” de las carreras.