Mirar hacia el asfalto con el objetivo de valorar su estado es completamente inviable, no hay tiempo para eso
Es una verdad innegable que cuanto más rápidos vamos en un vehículo, menos tiempo tenemos para reaccionar a las curvas y obstáculos que podemos encontrar en un circuito. El entorno que percibimos se mueve a la misma velocidad, escapando de nuestro campo de visión. Solo podemos imaginar en estas circunstancias lo difícil que debe ser para Marc Márquez y Jorge Lorenzo orientarse cuando estamos montados sobre una MotoGP.
En primer lugar, los pilotos no se centran en ver el entorno cercano, sino que reaccionan con respecto a puntos de referencia que se encuentran más alejados en la distancia. Letreros, indicadores, pianos etc., son de gran utilidad para navegar por los circuitos de Mundial. Los giros, los cambios de marcha, frenadas y el manejo en general; responden a las sensaciones del piloto y en gran parte a su experiencia en el circuito y memoria muscular. Márquez y Lorenzo conocen bien los elementos de cada trazado, así que intentan buscar la trazada y decidir cómo van a cruzar un tramo antes de llegar a ese punto, según la información que tienen de vueltas anteriores y de los puntos de referencia que están al alcance de su visión. Una buena compresión de las distancias y el espacio, obviamente, es de gran ayuda a la hora de valorar como vamos a reaccionar cuando vamos a altas velocidades.
Aunque los puntos de referencia y nuestra experiencia en entrenamientos nos puedan ayudar a la hora de buscar la mejor trazada, hay otro elemento que nos van a suponer una dificultad añadida. Un piloto no está solo en la pista, sino que tiene que evitar a otros competidores, cerrarles el paso y adelantarlos. Cuando una moto se cruza con otra en una curva la situación conlleva riesgos y es imprescindible reaccionar rápidamente. Si el rival está delante y somos los que intentan adelantar, no hay mayor problema porque podemos verlo claramente y analizar sus movimientos. En la situación opuesta, es mucho más complicado. El ruido de nuestro propio motor nos impedirá escuchar a la moto rival hasta tenerla prácticamente encima de nosotros. Es por eso que el equipo se comunica con el piloto mediante el pit-board. La información que reciben los competidores de este tablón les ayuda a analizar la situación y a tomar decisiones en base al modelo de moto que tienen detrás y el rival que la pilota. Ocasionalmente, aunque no es nada recomendable, podemos ver al piloto girando la cabeza para tener una referencia visual de dónde están sus rivales.
El tacto juega un papel primordial a la hora de percibir nuestro entorno sobre una MotoGP. Mirar hacia el asfalto con el objetivo de valorar su estado es completamente inviable, no hay tiempo para eso. Las condiciones de la carretera y cómo reacciona la moto en una superficie determinada, se valora a través de la retroalimentación que se recibe desde las ruedas, la suspensión y chasis, especialmente del tren delantero. Esta fuente de información es vital para los pilotos de MotoGP, ya que saber interpretar las señales que nos transmite la moto nos permite llevarla hasta el límite sin sobrepasarlo.
Finalmente, y a pesar de que el ambiente de un circuito está inundado de aromas muy característicos, de forma excepcional, el piloto puede oler si hay alguna irregularidad en su mecánica. Es un hecho muy aislado, ya que la aerodinámica tiende a alejar el aire del piloto, pero si ocurriese, un incidente de este tipo suele significar la mayoría de las veces que nuestra montura necesite detenerse para evitar males mayores.
Como hemos podido comprobar, la información es clave a la hora de tomar decisiones cuando vamos muy rápidos, y a esas velocidades toda la información pasa muy deprisa. Es por eso que Marc y Jorge tienen que aprovechar cada pequeño dato que reciben de todos sus sentidos, y muy frecuentemente, confiar en su intuición.