Los «pianos» cumplen una inestimable función para cualquier piloto que rueda al límite en un circuito permanente de velocidad, pero en los últimos años, sus colores también se han convertido en verdaderas señas de identidad de cada pista.
Durante los primeros años de los Grandes Premios del Campeonato del Mundo de Velocidad, en la década de 1950, lo más parecido a un piano que podían encontrar en cualquier curva los pioneros de MotoGP como Geoff Duke o John Surtees, era una cuneta, una zanja, un banco, un muro o un bordillo; e incluso una farola. El primer gran embajador campeón del motociclismo español entre los pilotos Repsol, el tristemente desaparecido Ángel Nieto, vivió estos tiempos en primera persona y solía contar increíbles anécdotas sobre la precaria seguridad de las carreras en la época.
La evolución del deporte y la llegada de los circuitos permanentes de velocidad para motos y coches propició la aparición de los llamados “pianos”. El origen de la palabra se encuentra en la similitud estética con las teclas del instrumento musical.
Si buscas en Internet, encontrarás la siguiente definición: «Bordes, lomos, cordones, tumbaperros, pianos o chinos – Elevaciones sólidas colocadas en los bordes de la pista al comienzo y al final de las curvas, a veces pintadas de colores. Permiten al piloto ver las curvas con tiempo suficiente y saber dónde está el borde de la pista, además de evitar que los pilotos «corten» las curvas».
¿Evitar que los pilotos «corten las curvas”? Bueno, viendo ahora rodar al límite a los pilotos de MotoGP sobre los pianos o la ristra de sanciones que han acarreado a los de Moto3 en los últimos años por sobrepasar sus límites, no parece que los pianos eviten demasiado “cortar las curvas”. Sin embargo, esto es cierto.
Los pianos de los primeros circuitos permanentes tenían más o menos la función que se cuenta en la Red, y es que en algunos casos se trataba de bordillos en toda regla más bien pensados para mantener a los coches de competición dentro de los límites de la pista.
Los primeros pianos en circuitos permanentes eran, en ciertos casos, un auténtico peligro para los pilotos de motociclismo. Para combatir la fuerza centrífuga en las curvas, un piloto de motociclismo ejerce fuerza centrípeta mediante la inclinación de su moto. En el proceso, las rodillas de quedaban peligrosamente expuestas a impactos y graves lesiones, por lo que los pianos han ido modificando su diseño y rebajando la altura de su superficie para minimizar los riesgo. Aun así, actualmente los pianos conservan cierto relieve discontinuo para que, al acelerar o frenar sobre ellos, se genere una perturbadora vibración para la máquina y el piloto que le haga perder velocidad.
El color de los pianos en los circuitos era en principio una cuestión práctica. El color blanco, combinado con el rojo o el azul, permite distinguirlos visualmente de forma instintiva. Durante muchos años esas fueron las dos únicas combinaciones en la mayoría de circuitos permanentes.
Sin embargo, con el paso del tiempo, los circuitos han ido modificando la combinación de colores buscando comunicar otros mensajes. El más común de todos es emplear los colores de la bandera del país donde está ubicado el trazado.
Otros circuitos que emplean los colores de la bandera del país para sus pianos, incluso si ésta se compone de tres tonos, es el de la bandera alemana en Sachsenring, la holandesa en Assen o la italiana en Mugello.
En España no tenemos circuitos con los colores de la bandera nacional en sus pianos, pero en los casos del Circuit de la Comunitat Valenciana-Ricardo Tormo, o el de MotorLand Aragón, si se emplea la combinación de la enseña autonómica en los límites de la pista.
Decorar los pianos de un circuito con los colores nacionales o autonómicos también cumple una función promocional. Las carreras de MotoGP se retransmiten en más de un centenar de países; con lo que supone en términos de imagen internacional para el trazado o su demarcación geográfica en concreto.