Es difícil encontrar una competición que resulte tan igualada como es el actual Campeonato del Mundo de MotoGP, donde las diferencias entre los pilotos son mínimas, y como resultado de ello disfrutamos de carreras emocionantes y disputadas que resultan interesantes de principio a fin. La igualdad es la nota predominante en los Grandes Premios, no solo en la máxima categoría, MotoGP, sino también en Moto2 y Moto3, pero la “clase reina” siempre cuenta con unos resultados mucho más apretados que las otras dos categorías del campeonato.
Eso no es por casualidad. Hay varios factores que hacen de MotoGP el campeonato más apretado e igualado. La reglamentación técnica, con la norma del neumático único, que permite a todos los pilotos disponer de los mismos neumáticos en cuanto a tipo y cantidad, así como la centralita común, que iguala la electrónica de las motos, y el número limitado de motores disponibles a lo largo de la temporada, han permitido que todos los pilotos compitan prácticamente con las misma armas. Ahora las diferencias las marcan el diseño de cada fabricante y el talento de sus pilotos.
No es una situación muy diferente de la que se da en Moto2 y Moto3, donde también están regulados neumáticos, centralita y motores, e incluso el combustible es común para todos, y en Moto2, además, la mayoría de las escuderías opta por el mismo fabricante de chasis, así que la igualdad es máxima. Sin embargo, en estas categorías, las diferencias entre los pilotos son mayores que en MotoGP. Viendo los registros de los entrenamientos, las parrillas de Moto2 y Moto3, que son más numerosas que las de MotoGP, están apretadísimas, pero en la carrera se alcanzan diferencias mayores, algo que no suele suceder en MotoGP.
Igualdad técnica
Y esto es así por varios motivos. El primero, la citada igualdad técnica. La entrada en escena del neumático único equilibró enormemente la balanza. En el pasado los neumáticos fueron un factor de desequilibrio, porque no siempre se obtenía un rendimiento constante con ellos. Todos recordamos enormes batallas entre míticos pilotos del pasado que, súbitamente, llegaban a su fin cuando el neumático de uno de ellos desfallecía, poniendo fin al espectáculo.
Si nos fijamos en cómo eran las competiciones antes de la entrada en escena de MotoGP, vemos que las diferencias de tiempos eran muy grandes, y en buena medida estaban marcadas por la notable diferencia de medios entre los pilotos y las motos que utilizaban. Por ejemplo, en 1990 la diferencia media en la parrilla de 500 entre la ‘pole’ y el último clasificado en los entrenamientos estaba por encima de los 9 segundos.
Hay que tener en cuenta que en aquella época, en la que se disfrutaba del esplendor de las batallas que sostenía aquella generación mítica formada por Eddie Lawson, Wayne Gardner, Kevin Schwantz, Wayne Rainey y Mick Doohan, que se repartieron todos los títulos de 500 entre 1986 y 1998, la “clase reina” padecía una enorme crisis que hizo que sus parrillas se despoblaran de un modo preocupante debido a la complejidad de la categoría y la dificultad de los pilotos privados para acceder a motos competitivas.
La entrada en escena de los motores “Big bang” en 1992, introducidos por Honda y que finalmente incorporaron todos los fabricantes esa misma temporada, igualó el rendimiento de las motos. Permitió que a lo largo de la década de los años noventa la diferencia media de la parrilla se redujera de forma notable, teniendo en cuenta además que afortunadamente se había incrementado el número de participantes con respecto a 1990.
Así, en el año 2000, esa diferencia estaba en torno a los 5 segundos. Con la llegada de MotoGP en 2002, a pesar de que durante un par de temporadas convivieron en las carreras la viejas 500 con motores de “dos tiempos” y las modernas MotoGP de “cuatro tiempos”, la diferencia media oscilaba entre 3 y 4 segundos.
En la actualidad, gracias a toda la reglamentación técnica que iguala el rendimiento de las motos, la diferencia media de la parrilla de MotoGP es mínima. En 2021 ha sido de solo 1,7 segundos. Y esa igualdad se traslada también a las carreras, donde los resultados son apretadísimos, gracias al elevado nivel de los pilotos.
Igualdad entre pilotos
Conseguido ese ansiado equilibrio técnico, todo quedaba en manos del factor humano, del piloto, y en este sentido el deporte moderno también ha contribuido a igualar la competición, porque en la actualidad los pilotos se han convertido en verdaderos atletas. La exigencia física de unas motos tan potentes como son las MotoGP obligan a los pilotos a realizar una importante preparación, para así ser capaces de rendir al máximo durante los casi 45 minutos que suele durar una carrera. Porque un error, un mínimo error, por un pequeño desfallecimiento, puede definir el resultado.
La diferencia entre los pilotos de MotoGP y los de las otras categorías está en su experiencia y preparación. Son capaces de rodar toda una carrera prácticamente calcando los mismos tiempos vuelta tras vuelta, casi sin errores. Las diferencias en los registros del piloto más rápido y el más lento en una carrera de MotoGP son de poco más de un segundo por vuelta, y en ocasiones los primeros giros son los que determinan el resultado de la carrera. Es en esos momentos cuando los pilotos asumen riesgos para ganar terreno, porque después es tan igualado el rendimiento entre ellos que a veces resulta muy complicado recuperar el terreno perdido.
Con esta situación, desde hace algunos años la figura del piloto doblado prácticamente ha desaparecido de los Grandes Premios, en especial en MotoGP. En el pasado los doblados llegaron a jugar, muy a su pesar, un papel determinante en el desenlace de algunas carreras. Cuando un piloto lento era alcanzado por el grupo de cabeza, si no estaba atento a las indicaciones de los comisarios de carrera, podía convertirse en un estorbo para los líderes. Actualmente ese peligro ha desaparecido y la bandera azul, la que avisa a los pilotos de que están a punto de perder vuelta, prácticamente ya no se utiliza en carrera.
En 1990 el porcentaje de pilotos doblados en una carrera de 500 estaba próximo al 35 %, y hay que tener en cuenta que ese año la media de pilotos que acababan las carreras fue enormemente baja, solo 14 pilotos de media, lo que quería decir que en mucha ocasiones llegaba a haber cuatro o cinco pilotos doblados… Afortunadamente, el “Big bang” propició que se elevara el nivel de las motos y se pusieron al alcance de los privados motos más competitivas, elevándose la cifra de participantes, y reduciéndose el porcentaje de pilotos doblados, que en el año 2000 apenas era de un 3%.
La llegada de MotoGP hizo que ese porcentaje de doblados fuera reduciéndose hasta desaparecer. En la actualidad ya no hay pilotos que pierdan vuelta en las carreras de MotoGP, salvo que se haya producido un incidente de por medio, porque como decíamos antes, el rendimiento tanto técnico como humano es elevadísimo. Competición al máximo nivel, con una igualdad que hace que cada carrera y cada temporada ofrezcan un espectáculo único.