Cuando un piloto se queda solo en la parrilla de salida de un Gran Premio, el muro del pit lane es el último punto de conexión con su equipo. Como no hay comunicación por radio, y a pesar de disponer de un dashboard en donde recibe determinados mensajes de estrategia e información, el muro es la forma física más cercana para sentir el aliento de los suyos, para recibir apoyo, para sentir confianza. Y con el muro, al pasar la meta, es con quien primero se celebra un éxito. Pero, ¿quién puede estar en el muro en una carrera de MotoGP?
En el pasado, cuando no existía la posibilidad de seguir en directo a través de las imágenes de televisión el desarrollo de una carrera, los miembros de los equipos se agolpaban ante el muro para seguir el paso de sus pilotos. Se abalanzaban sobre esa barrera para dar indicaciones e infundir ánimos a su piloto, esperando con inquietud el minuto largo o más que tardaba en realizar una nueva pasada, en un eterno duerme-vela que se repetía vuelta tras vuelta. Y cuando el piloto llegaba más tarde de lo esperado, o no aparecía, se despertaba la incertidumbre. Estar en el muro permitía tener un contacto directo con el piloto, con un gesto o una mirada.
Con la tecnificación de las competiciones, el acceso a la televisión y toda la tecnología audiovisual y el cronometraje, esa angustiosa espera de una vuelta en vacío sin saber nada del piloto desapareció. Ahora se sabe en todo momento dónde está, y si además se tiene la suerte de que es uno de los líderes de la categoría, normalmente se le está viendo de forma continuada por la televisión.
Por lo tanto, ya no es necesario agolparse en el muro del pit lane para seguir su paso, y la presencia de miembros del equipo en ese lugar se reduce, porque se puede seguir cómodamente desde los monitores que están instalados en el box del equipo.
Canopy, tettoia o tenderete
Cuando un equipo se instala en el circuito, lo primero que hace es montar su box e instalar su posición en el muro. A ese puesto se le denomina de diferentes maneras. Los anglosajones lo denominan canopy, los italianos tettoia (de toldo), y entre los españoles se usa el término tetoya adaptado directamente del italiano. Aunque los más castizos lo denominan tenderete… Nosotros vamos a llamarlo, sencillamente, el muro.
Como el equipo tiene información más que suficiente en el box de lo que está sucediendo en la pista, carece de sentido que todos se agolpen en el muro. En el muro, por lo general, se queda la gerencia del equipo. No hay una normativa que establezca un número máximo de personas en ese punto, pero el equipo Repsol Honda trabaja con un máximo de cinco personas allí: Tetsushiro Kuwata, director de HRC; Takeo Yokoyama, responsable técnico de HRC; Alberto Puig, team principal, y dos mecánicos, uno por cada piloto, que son los encargados de mostrarles las pizarras a Marc Márquez y Pol Espargaró, en este caso Javi Ortiz y Juan Llansá, respectivamente.
Hay una comunicación por radio entre el puesto del muro y el box. El jefe técnico está en contacto directo con la pizarra para indicar qué clase de información hay que ofrecer al piloto en cada momento. Lógicamente, el equipo de gestión también interviene y hace las aportaciones y consideraciones que considera oportuno, estableciéndose un proceso de comunicación muy fluido y activo, porque todo pasa muy rápido y hay que tomar decisiones con rapidez y precisión.
Desde el muro con la pizarra, y también a través del dashboard de la moto, el equipo tiene que ofrecer una información suficientemente esquemática y útil para su piloto entienda la situación del entrenamiento o de la carrera rápidamente y sea capaz de reaccionar.
En cualquier caso, la organización del muro no es un sistema rígido. No es extraño que, si las circunstancias lo requieren, el jefe técnico del equipo acuda al muro, para hacer indicaciones puntuales, para intercambiar alguna idea de una forma más fluida y rápida que en una conversación de radio, o sencillamente para asomarse al muro al pasado de su piloto para infundir ánimos, para mostrar un gesto, para darle apoyo. Porque al final, lo físico, lo humano, lo cercano, tiene siempre mucho más valor que un buen puñado de datos.
Y, eso sí, cuando concluye la carrera y hay que celebrar un resultado, todo el equipo salta sobre el muro para acompañar a su piloto en su paso por meta. Cuando la alegría se desborda, ahí no hay restricciones.