Puede que no encuentres una directa conexión entre los hechos que relatamos a continuación y el casco que utilizas cada día conduciendo tu moto, pero lo cierto es que todos ellos están íntimamente relacionados. Cuando Lawrence de Arabia perdió la vida al manillar de una superlativa Brough Superior SS100 en 1935, pocos podían imaginar que aquel dramático acontecimiento influiría directamente en la salvación de millones de futuros motoristas en todo el mundo. Los antropólogos sitúan la aparición de los primeros cascos protectores en la historia de humanidad hace miles de años con fines bélicos. Sin embargo, mucho más recientemente y en el ámbito motociclista, fue el fallecimiento del escritor, arqueólogo y oficial de la Marina Real Británica, Thomas Edward Lawrence -que había jugado un importante papel estratégico en Oriente Medio durante la Primera Guerra Mundial-, lo que impulsó pública y definitivamente la necesidad de mejorar las medidas de protección para los motoristas.
Lawrence de Arabia conducía entonces una Brough Superior SS100 capaz de alcanzar 160 km/h, una máquina equivalente a una súper deportiva de hoy en día, y falleció seis días después de un fatídico accidente de tráfico debido a las heridas sufridas en la cabeza. Tras su muerte a la prematura edad de 46 años, Winston Churchill, amigo personal de Thomas Edward, declaró públicamente: «Con Lawrence hemos perdido una de las personas más valiosas de nuestro tiempo, a la que esperaba rescatar de su retiro para liderar la defensa de Gran Bretaña de los peligros que encaramos ahora», aseguró sólo unos años antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial quien llegaría a ser Primer Ministro de Gran Bretaña.
En la época, el periódico estadounidense The New York Times también cuestionó si aquella “trágica pérdida” podía haberse evitado. El desafortunado evento dio lugar a las primeras estadísticas sobre víctimas en moto en las carreteras británicas, y las cifras resultaban tan desalentadoras que en 1941 el Ejército Británico obligaba ya a todos sus motoristas a emplear un casco protector.
En los años siguientes fueron varios los fabricantes pioneros en la producción de cascos para motoristas. Como ejemplos de ello, la firma AGV producía en Italia sus primeros modelos de cuero y madera en 1947, mientras que al otro lado del mundo, la firma japonesa especializada en sombreros para diplomáticos que había fundado con el apellido familiar en 1905 Yuichiroh Arai, presentó en 1952 su primer casco de resina para motoristas.
El diseño de cascos constaba básicamente de una calota -carcasa externa-, amortiguada y acolchada en el interior, sujeta por piezas de cuero desde la parte inferior trasera y que dejaba el rostro del piloto al descubierto. La protección ocular era un elemento aparte; es probable que hayas visto imágenes antiguas de motoristas con cascos semicirculares con gafas y pañuelo cubriendo el rostro.
No fue hasta la década de 1970 cuando comenzaron a emplearse en la competición los primeros cascos integrales. Al principio, a algunos pilotos les resultaba francamente incómodo tener el rostro completamente cubierto por la nueva estructura, pero sus ventajas en materia de seguridad y protección ocular eran tan evidentes que pronto se generalizó su presencia en las parrillas del Campeonato del Mundo de Motociclismo.
Gracias a los avances en cuestión de materiales, así como a la necesidad de rebajar el peso y mejorar la aerodinámica, la madera y la resina habían dejado paso a otros más sofisticados como el policarbonato –plástico- y la fibra de vidrio, o en el caso más reciente, al Kevlar y a las fibras de carbono y aramida. Técnicamente, la superposición de capas de estos materiales en la fabricación de la calota, confiere al casco una resistencia muy superior frente a los impactos.
Paralelamente, los sistemas de visión, eliminación de vaho y ventilación también han avanzado notablemente, así como los tejidos de acolchado y revestimiento interior, creados con materiales que minimizan el efecto del sudor y la posibilidad de producir alergias. Como una de las últimas medidas de seguridad introducidas por los principales fabricantes han aparecido los sistemas que permiten extraer el casco sin producir lesiones a un accidentado.
Finalmente, y volviendo a miles de años atrás, el culto a la ornamentación del casco militar suponía todo un símbolo de estatus bélico y social; un efecto similar al que puedes encontrar actualmente en el casco de un piloto de MotoGP, o en el que empleas tú mismo cada día.