Hola de nuevo amigos de Box Repsol. Os escribo a punto de salir para Kazan donde el próximo fin de semana estaré compitiendo una vez más. Me gustaría hablaros sobre mi entrenamiento personal, la preparación del avión y cómo el equipo lo prepara todo para conseguir el objetivo.
En primer lugar, los aviones que usamos son exclusivamente para competición. Tienen muchísima potencia, alcanzando unas velocidades de hasta 450Km/h con una muy buena relación aceleración/peso. Mantienen mucha de la energía del avión en virajes cerrados, lo cual es muy útil para maniobrar a altas velocidades. Están fabricados prácticamente en su totalidad de fibra de carbono con una base tubular. Son máquinas muy resistentes, capaces de soportar la fuerza de muchos ‘g’ y además muy ágiles, con una alta maniobrabilidad que les permite rotar 420º en 1 segundo ¡eso es casi vuelta y media en menos de un segundo!
Un avión así te permite hacer casi cualquier cosa, pero para pilotarlo y poder soportar las fuerzas ‘g’ a las que estaremos sometidos, los pilotos tenemos que hacer un entrenamiento físico importante. Es vital para nosotros fortalecer nuestro torso y sobre todo nuestro abdomen así como tener un buen nivel cardiovascular, y por eso yo hago un plan de ejercicio aeróbico con un entrenador personal.
También me entreno en boxeo, aunque solo a nivel aficionado, porque si lo hiciese en serio… lo más seguro es que me hicieran daño, ¡jajaja! Lo cierto es que el boxeo te da mucho fondo, y requiere técnica y reflejos a la vez que te da una gran tonificación muscular. Todo ello es muy importante para el vuelo de velocidad y por lo tanto es un ejercicio que me beneficia también a la hora de competir.
Los pilotos somos la cara visible del vuelo deportivo, pero también es primordial contar con un buen equipo. A las carreras nos trasladamos 4 personas entre las que estamos, un piloto, un coordinador de equipo que se encarga de la logística, un especialista táctico que se encarga de la telemetría y el mecánico que monta el avión y lo pone a punto. Aparte de ellos, en España tenemos otros tres ingenieros con los que realizamos mejoras tecnológicas y simuladores de vuelo. Sin un equipo bueno, aunque tengas un buen avión y seas un buen piloto no tienes opciones de ganar, es un trabajo de todos.
Cuando empecé en esto, hace muchos años, lo que buscaba era algo diferente a lo que ya había vivido como piloto de vuelos de línea. Quería hacer cosas diferentes, poner los aviones boca abajo y salir de los esquemas de vuelo ordinarios. Ahora que estoy metido en la aviación deportiva me doy cuenta de que es muy diferente a mi experiencia en vuelos comerciales aunque ambas cosas aportan cosas muy interesantes profesionalmente.
En un avión de línea se maneja una tecnología muy puntera con unas exigencias de seguridad altísimas. El vuelo en sí de una maquina tan enorme es muy gratificante, pero por otro lado el vuelo de competición transmite muchas sensaciones muy directas. En el circuito volamos sin mirar los instrumentos, todas las leyes aerodinámicas y físicas se limitan a tu propia sensibilidad y eso es muy bonito.
Y para terminar me gustaría contaros algo que me preguntan mucho… ¿Por qué llevo el número 26 en mi avión? No es cuestión de una casualidad ¡sino de muchas! Durante gran parte de mi carrera deportiva piloté un Sukhoi-26. Cuando comenzamos a trabajar con el patrocinio de Repsol, Marc Márquez vino a visitarnos al aeródromo para conocernos y fue él quien bautizó a nuestros aviones, el de Cástor Fantoba con su 93 y el mío con el 26 de Dani Pedrosa. Curiosamente, en mi primera temporada en la Red Bull Air Race, el avión con el que volé (un Edge 540) tenía el número de fábrica 26… Así que cuando me preguntaron con qué número quería competir, lo tenía clarísimo.
Gracias a todos los fans de Box Repsol por vuestro apoyo, esperamos tener muchas alegrías de aquí a final de temporada.
Juan Velarde, piloto Repsol en la Red Bull Air Race