Si se ha dejado la moto al aire libre sin “hibernarla” correctamente ni tomar precauciones tras la última salida de otoño, quizás te encuentres con problemas: la batería completamente descargada, óxido en todas partes, y hasta un radiador estallado por haberse congelado el líquido que contiene.
En cualquier caso, los cuidados invernales deben complementarse con un correcto “despertar” a la que vuelve el sol y, con él, tus ganas de montar en moto.
Si antes de guardar tu máquina en invierno habías llenado totalmente el depósito, aumentado 0,5 bar la presión de los neumáticos y hasta puesto anticongelante en el líquido refrigerante, te bastará limpiarla a fondo para quitar la capa de productos especiales, aceite o ceras con los que habías “pulverizado” los exteriores de tu moto para su conservación.
Si tu moto tenía carburadores, lo mejor habría sido vaciar sus cubas –dejando “apagar” el motor con el grifo de gasolina cerrado.
Piensa también que la mejor forma de hibernar la moto es que sus ruedas queden elevadas, sin contacto con el suelo, y para ello las motos con caballete central tienen una gran ventaja.
Tras limpiar la moto con pistola, deberás poner especial atención -salvo que tu moto tenga cardán-, a engrasar perfectamente de nuevo el conjunto de cadena y el piñón/corona.
La batería merece cuidado especial. Tras el control del ácido, necesario en las baterías húmedas, conecta la batería a un cargador con función de conservación o carga lenta.
Al ponerla en marcha de nuevo, y antes de arrancar, recuerda mantener la moto al ralentí unos momentos para que el aceite se recircule perfectamente. Revisa la presión de los neumáticos, comprueba el nivel del líquido de frenos… y lava la moto inmediatamente después de su uso si has circulado por carreteras donde se haya podido echar sal para evitar las heladas, ya que es profundamente corrosiva.
¡A disfrutarla!