¿Tienen algo que ver las mousse de las que hablan en las crónicas del Dakar con platos de alta cocina o con los postres favoritos de nuestros hijos?
No, claro, salvo que les sirvas en un plato cierta “espuma” que se usa en los neumáticos de las motos de montaña en sustitución de las clásicas cámaras.
Aclaremos, en primer lugar, este punto: las mousse sólo son válidas para motocicletas de campo, no están destinados a la carretera.
Técnicamente, citando directamente a una de las principales marcas de neumáticos que las comercializan, un “mousse es una inserción de espuma expandida, con forma toroidal, -NdR: es parecida a un donut– que sustituye a la tradicional cámara en los neumáticos off-road”.
Efectivamente, “la mousse es un anillo de esponja butyl con estructura de celda de abeja, cuyas celdas están llenas de gas para simular el efecto de una cámara interior mediante la presencia de agentes autopresurizantes. Éstos son capaces de crear un gran número de burbujas de gas dentro de la mousse, de modo que resulta inmune a los pinchazos”.
Estas “espumosas” –nada que ver tampoco, pues, con los bebidas gaseadas-, fueron desarrolladas para evitar los pinchazos en las motos de campo y para carreras en el desierto y motocross.
Pero repetimos que se clasifican como “no destinadas a carretera”
¿Por qué no podemos usar esta mágica solución en nuestras motos de calle?
La velocidad máxima de los neumáticos equipados con una mousse es de 130 km/h, ya que llevan el marcaje NHS (No Highway Service), y no se pueden usar por vías públicas.
A velocidades elevadas su temperatura se incrementa por rozamiento interno hasta una degradación que causa su destrucción.
Ello obliga a instalar este elemento con un gel que en parte refrigera las cubiertas.
Además de ser bastante caras, la duración de uso de una mousse es de 6 meses máximo, y ésta puede disminuir de modo notable si sufre un uso intenso como el Motocross extremo.
Por si fuera poco, una mousse no se puede conservar durante un tiempo prolongado a más de 30°C, y conviene que no esté en temperaturas superiores a los 40°C.
Eso sí, cuando son nuevas equivalen a una cámara interior inflada con a 0,9 bares (sería igualmente una presión definitivamente baja para una moto de carretera) y son más ligeras que una cámara de aire reforzada.
Sin embargo, esta “dureza” disminuye gradualmente a lo largo de la vida de la mousse, y debe ser reemplazada cuando se vuelve demasiado blanda.
Lo cierto es que, frente a una cámara tradicional, una mousse ni se rompe ni se corta, algo muy importante para el off-road.
El grado de dureza de la espuma (de la mousse, pues) varía dependiendo de la temperatura y del modo de conducción que sufre. Aunque recupera su dureza original tras unos minutos de enfriamiento, se aconseja que la motocicleta repose en un caballete central de manera que el peso de la moto no la deforme.
Así, aunque ofrece unas prestaciones altísimas en cuanto a confort y escaso mantenimiento, pues aúna las ventajas de los neumáticos con y sin cámara, su uso es prácticamente profesional.
Foto cabecera: Rex Racing | Flickr