¿Cuál es la principal diferencia entre una moto de Trial y las de otras especialidades? ¿Qué distingue a las Montesa Cota 4RT260 de los componentes del Equipo Repsol Honda —Toni Bou y Takahisa Fujinami—, de las motos de carretera?
Por supuesto, una “trialera” es una moto de campo.
La primera diferencia visible con una de carretera es que lleva neumáticos de “tacos” para conseguir agarre fuera del asfalto. Aquí radica la primera divergencia con las motos de “Motocross”. En tanto éstas montan tacos en forma radial, en forma apiñada parecida a un puercoespín, las de Trial los montan de manera más agregada.
La otra gran diferencia es, por supuesto que ¡las motos de Trial no tienen asiento! Mientras que las motos de “cross” buscan rodar a la mayor velocidad posible sobre circuitos con saltos y baches, las “trialeras” se especializan en subir por secciones extraordinariamente complicadas. Así, dado que en algunas “zonas” el piloto se pone de pie sobre los estribos, el asiento desaparece para que pueda moverse con total libertad.
A nivel mecánico, las motos de Trial se distinguen por disponer de una gran fuerza —en términos técnicos—, para rodar a muy baja velocidad escalando obstáculos de alturas considerables. Así, las “trialeras”, no superan los veinte caballos de potencia a pesar de tener cilindradas superiores a los 250cc. Buscan básicamente una gran capacidad ascensional.
Son lo más ligeras posible: no superan los 75 kilos, y sus suspensiones y frenos se dimensionan de acuerdo a un único objetivo: “pasar zonas”. Para ello, sus “marchas” son muy, muy cortas. En cambio, sus masas internas giratorias —cigüeñal, volante de inercia—, son relativamente elevadas para que acumulen un gran momento angular.
Estas inercias de giro del motor, transmitidas por un embrague muy eficaz, son las responsables de que una moto de Trial bien conducida ¡sea capaz de “saltar” desde parado hasta grandes alturas desafiando cualquier ley física!