Los límites de velocidad siempre han sido un tema polémico. No hace mucho tiempo ya se redujo de 100 a 90 km/h la velocidad máxima en vías secundarias buscando una reducción de los accidentes de tráfico. Sin embargo, a menudo se toma como referencia de velocidad máxima la cifra permitida en autovías y autopistas, que en España concretamente es de 120 km/h.
Históricamente, el 17 de septiembre de 1900 se aprobó el “Reglamento para el Servicio de Coches Automóviles por las Carreteras del Estado”. Los límites de velocidad de la época eran de 28 km/h en vía interurbana y de 15 km/h en vía urbana. En 1934 se publica el “Código de Circulación”, llamado a regular tráfico, circulación de vehículos motorizados y seguridad vial. Los límites introducidos entonces sólo afectaban al transporte de carga, siendo de 80 km/h de 3.501 kg a 4.500 kg, 60 km/h de 4.501 kg a 8.000 kg y 40 km/h de 8.001 kg en adelante”. La cuantía de la multa por superar estos límites era de 5 pesetas.
En 1976 se introdujo el límite de 100 km/h en autopistas, que aumenta tres años después a los actuales 120 km/h (100km/h en autovías). Excepcionalmente, en 2011 se redujo a 110 km/h durante cuatro meses como medida de ahorro energético y para la reducción de la siniestralidad.
Dicho todo esto, podemos decirte que España no es uno de los sitios con mayores restricciones, pero también es cierto que existe otra lista de países que despertarán los deseos de los entusiastas de la velocidad.
Refiriéndonos a los límites de velocidad en autopista en Europa, España se encuentra en el grupo intermedio de los 120 km/h al que también pertenecen Bélgica, Finlandia, Irlanda, Grecia, Portugal, Suiza y Suecia.
Los mínimos están en Gran Bretaña (112 km/h), Noruega y Chipre (100 km/h), mientras que al alza la lista comienza a ser de lo más interesante.
En el límite de 130 km/h se encuentran Francia, Luxemburgo, República Checa, Holanda, Croacia, Dinamarca, Hungría, Italia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia. En Polonia aumenta hasta 140 km/h, mientras que en Austria lo hace hasta unos espectaculares 180 km/h.
Entre los países sin límite de velocidad en Europa se encuentran El Vaticano, Liechtenstein y Malta, pero no son lugares en los que en realidad se pueda, físicamente, correr mucho. Algo parecido le ocurre a la Isla de Man. Sin embargo, precisamente por la ausencia de límites fue elegida en 1907 como sede de la carrera de motos más antigua del mundo de las que hoy se siguen celebrando, el mítico Tourist Trophy de la Isla de Man.
La cosa cambia en Alemania, donde las autopistas no tienen límite alguno y son famosas por permitir desarrollar velocidades bastante por encima de 200 km/h. Eso sí, algunos tramos tienen vigencia horaria. En las horas de más tráfico del día hay limitaciones a 80 km/h en esas mismas vías que te conviene respetar por la cuantía de las multas. Lo mismo se puede decir de la forma de conducir. Que no esté limitada la velocidad no quiere decir que tampoco lo esté la conducción irresponsable.
Después de leer todo esto estarás cuestionándote por qué no se aumenta el límite de velocidad en España si en otros países de Europa sí se hace. Esto tiene una doble respuesta. Por una parte, está el compromiso de las autoridades con la reducción de la siniestralidad, algo que tiene su sentido pero que, en opinión de otros, tendría mayor impacto mejorando el estado de las vías de circulación.
Por otra parte, existe un factor que a menudo no se tiene tan presente. El límite de velocidad de 120 km/h en España ha sido el mismo, prácticamente, desde hace muchos años. Aunque es cierto que los vehículos han mejorado sus prestaciones, eficiencia energética y nivel de seguridad en este tiempo, también existe una parte de usuarios de las vías de circulación que tendría dificultades en la conducción a velocidades mayores. Por decirlo de alguna forma, “circular” con un vehículo implica “ayudar” al prójimo a que también circule. No todos los conductores son pilotos y hay que respetar la seguridad de los potencialmente menos capacitados, por su avanzada edad, por ejemplo, u otras circunstancias, siempre en pro de una convivencia manteniendo el menor nivel posible de siniestralidad. Dale una vuelta a esta idea y te darás cuenta de que es sólo una cuestión de solidaridad con el resto de conductores.