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Montesa surgió como un pequeño taller en la provincia de Barcelona. Su creador fue Pedro Permanyer Puigjaner, barcelonés nacido en 1911 y aficionado la mecánica. Tras la guerra civil fundó la empresa “Construcciones mecánicas”, dedicada a la instalación de gasógenos en camiones y automóviles.
Los gasógenos eran un tipo de generador de combustible gaseoso de bajo coste que suplía la escasez de gasolina durante los duros años de la posguerra, la inventiva como forma de cubrir las necesidades en momentos de escasez fue siempre un valor añadido de los proyectos de Permanyer.
En 1944, España comenzaba a recuperar la actividad comercial tras uno de los episodios más oscuros de su historia. La gente necesitaba medios de transporte económicos, y del mismo modo que haría Sōichirō Honda en Japón, Permanyer decidió crear motores para instalar en bicicletas.
Al conocer la idea de Permanyer, Francisco Bultó viendo la oportunidad de convertir el negocio en algo más grande, acordó con él fabricar motocicletas. Dada la escasez de materiales de la época, esta no era una terea sencilla, con lo que sus modelos usaban como base otra moto existente en el mercado, la Motobecane B1V2.
De este modelo se aprovechaban varias partes mientras que el resto era fabricando en Barcelona. Así nació el primer prototipo que más tarde daría lugar a la A-45 en 1945, el primer modelo de Montesa. Se trataba de una moto monocilíndrica, de 98cc con un motor de dos tiempos y una caja de cambios de tres velocidades accionada por palanca.
La Montesa recibió su nombre de la orden de caballería fundada por el rey Jaime II de Aragón, y buscaba relacionar a los antiguos jinetes medievales con los emergentes moteros. El logo de la marca se consolidó como una “M” con tipografía medieval en un sello de lacre.
La empresa fue creciendo y sacando nuevos modelos. En 1950 la demanda había alcanzado tal cantidad que la producción se trasladó a una nave mayor. El creciente impacto de los deportes de motor también contribuyó a la visibilidad de la marca que se convirtió en el primer fabricante español en presentarse en un salón internacional en Ginebra el año 1953.
En 1958 el Plan de Estabilización Nacional promovido por el régimen obligó a Montesa a recortar gastos, con lo que la división de competición tuvo que ser suprimida y toda la producción se centró en modelos de calle. Este giro no gustó a Francisco Bultó, quien consideraba la competición como parte fundamental de la marca. Esto provocó un encuentro entre Permanyer y Bultó, que se saldó con la salida del segundo del proyecto y la creación de su propia marca: Bultaco.
Décadas de los 60 y 70
La década de los 60 marcó una trayectoria ascendente para la economía con el incremento del turismo y la entrada de capital extranjero. La comercialización y popularidad del modelo Impala obligó a Montesa a incrementar su capacidad de producción con una nueva fábrica en Esplugues del Llobregat. Gracias a esta instalación, pudo dar el salto al mercado de EEUU, dónde algunos de sus modelos resultaron populares.
La competencia durante aquellos años de crecimiento resultó ser igualmente feroz, tanto con Bultaco como con la recientemente aparecida Ossa. Estas tres factorías competían no solo en ventas sino también en el terreno de la competición, con una notable ampliación en la gama de modelos de todo tipo. Con la idea de crear algo nuevo, Montesa sale de su repertorio habitual de motos de carretera y scooters, para crear una moto de campo usando la base de la Impala, así nace la Cota 247.
Durante los años 70, Montesa lanzó al mercado más de 65 nuevos modelos diferentes, muchos de ellos motos de campo y trial que seguían la estela de la Cota 247. Sin embargo, la entrada al mercado de las motos japonesas supuso la necesidad de implementar mejoras en la fabricación. Se crearon industrias auxiliares para proveer a las fábricas principales de piezas y suministros. Al final de la década, Montesa contaba con más de 600 empleados.
Década de los 80
Los años de crecimiento vieron su fin en la década de los 80, durante la cual el mercado nacional sufrió un duro varapalo. Bultaco y Ossa se vieron forzadas a cerrar, siendo absorbidas por los gigantes manufactureros japoneses.
Montesa, pese a encontrarse en una situación económica precaria, logró un acuerdo con Honda formando la sociedad Montesa-Honda. Esto dio un impulso a la factoría española, que comenzó a comercializar sus modelos a través de la marca japonesa en Europa.
A mediados de la década, Honda se había convertido en el accionista mayoritario y esto supuso una serie de cambios dentro de la Montesa que impulsaron la producción de los modelos de trial sobre el resto. Permanyer no llegaría a ver los resultados de estos cambios al fallecer en 1987.
De los 90 en adelante
Durante la década de los 90, las motos de trial de Montesa-Honda mejoraron notablemente con la ayuda de la tecnología y procesos que introdujo la marca japonesa. En 1996, el piloto Marc Colomer se convirtió en Campeón del Mundo de trial sobre la Montesa cota 315, consolidando este modelo como una moto campeona.
Con la llegada del nuevo mileno, una situación financiera más estable y unos fantásticos resultados comerciales, la fábrica se trasladó a Santa Perpetua de Mogoda. En este lugar se comenzaron a fabricar nuevos modelos como la Honda XL 1000 Varadero y los modelos de Trial que tras varias denominaciones han acabado dando a luz la Cota 4RT.
Ha sido con está ultima con la que Takahisa Fujinami y Toni Bou han logrado triunfar en los Mundiales de TrialGP y X-trial. La Cota 4RT celebró su 50 aniversario en 2018, ¡tan solo un año después, Repsol celebra sus 50 años en la competición!